Cara a Cara con el Señor
Meditar
No es fácil meditar! Nunca lo ha sido, y menos todavía hoy.
Meditar la Palabra de Dios es una conquista y un don.
Es una conquista, porque depende de ti. Debes saber encontrar el tiempo para reflexionar, entrar dentro de ti mismo, construirte una especie de desierto, dejando a un lado el ruido y las preocupaciones que distraen la mirada sobre tu vida y tu servicio catequístico en la comunidad cristiana.
Es un don, porque, en la meditación del Evangelio, es el Señor mismo quien se te revela, se acerca a tu existencia, te habla y le da sentido a tu vida y a tu acción.
Por tanto, meditar es un momento privilegiado del encuentro que tienes con el Señor, un encuentro en el que cada uno tiene su parte.
Al Señor la Palabra
El Señor es el primero en hablar. Es una precedencia absoluta que hay que respetar, porque él es quien siempre toma la iniciativa del diálogo. Poder meditar la Palabra es, un don de Dios.
Por eso estás invitado, ante todo, a leer atentamente el Evangelio que tiene una breve presentación que te ayuda, desde el comienzo, a captar la idea central del texto.
A ti el silencio
Para poder captar lo que conlleva la Palabra, es indispensable el silencio.
Es el modelo de la reflexión, a la que te guía el comentario del trozo bíblico.
Pero el mejor comentario será el que el Espíritu te sugiera, si tú le abres el alma con mucha sinceridad.
Permanece en silencio, cuando sientas más esta presencia. Puedes, incluso, cerrar la Biblia.
Y luego el diálogo
Es el momento de la oración. Detente a hablar con el Señor, el Maestro, cuando quieras, como puedas, como te indique el Espíritu, tan pronto sientas que la Palabra resuena en ti con los acentos más fuertes.
Pero cómo? Puedes servirte de expresiones de otros, pero no siempre éstas manifiestan tus sentimientos.
Es mejor tu Palabra personal, espontánea, en la que a veces se entrelazan los sentimientos. Dios no se fija en la forma, sino en el corazón. Sin embargo, se te sugieren algunas oraciones inspiradas.
LOS MODELOS DEL DISCÍPULO
EL Evangelio no espera el comienzo del ministerio de Jesús, para presentar la imagen del discípulo.
La describe inmediatamente en las escogencias (elección) y en las actitudes de algunas personas, que más le están cercas a Jesús, sobretodo María, la Madre del Señor, y Juan Bautista.
Cada página del Evangelio está escrita para enseñarle al discípulo el modo de acoger al Maestro.
Tomado de: El Catequista discípulo del Señor. Meditaciones de Gaetano Gatti sobre el Evangelio.
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