EL CATEQUISTA ENRAIZADO EN SU AMBIENTE
El catequista, cuando se apasiona del Ministerio de la catequesis; ya no se puede salir de ella. El Señor lo compromete cada día más y más, por eso lo va preparando con las pruebas que vive en su vocación de catequista.
El catequista ha de ser un hombre o una mujer que toma muy en serio las aspiraciones, preocupaciones, logros y sufrimientos de los hombres de nuestro tiempo. Ha de sentirse solidario de los gozos y dificultades de la sociedad a la que pertenece, con gran sensibilidad e integración en la realidad económica, social, política y cultural que vive su país, región y comunidad parroquial.
El catequista ha de ser una persona encarnada y comprometida en la transformación de la realidad social: tiene profundo sentido de pertenencia a ella; conoce y asume las esperanzas de su pueblo. El catequista ha de ser capaz de formar a unos cristianos que sepan ser fermento dinamizador del Evangelio en un mundo que cambia. Al o que reclama en el catequista convicciones firmes de que el Evangelio es levadura de transformación profunda de las realidades humanas, en fin, de ser agente de inculturación del evangelio.
Para quienes no saben: ¿Qué es inculturación?
La inculturación no es una adaptación del cristianismo en una cultura: la inculturación es un proceso lento, por el que el mensaje cristiano se inserta en una determinada cultura dada, se encarna en ella y echa raíces, produciendo nuevas formas de pensamiento, de actuación y de celebración.
La palabra clave de la inculturación del Evangelio es, que el catequista se tiene que hacerse uno con la persona a quien va a catequizar, sea niño, joven, adolescente, o adulto.
¿Qué implica esto?
Que el catequista de niños, debe conocer a los niños de la edad a la cual va a atender: sus gustos, intereses, preocupaciones. En sí, toda su vida. ¿Qué piensa, como piensa, cómo vive, con quien vive? A esto se le llama encarnarse con la persona, porque solo conociendo a los interlocutores, podrán entenderlos y comprenderlos para que el mensaje sea adaptado a todas sus necesidades y situaciones.
Sólo así, el interlocutor o catequizando podre encontrar sentido a su vida desde el evangelio, y solo así, podrá tener sentido para él la persona de Jesús que es la Palabra misma del evangelio. Podemos decir que el trabajo del catequista es llevar a la persona al encuentro con Jesús, y solo la podrá llevar, inculturandose con cada uno de ellos.
Tenemos el ejemplo de San Pablo que nos dice: Me he hecho esclavo con todos para ganarlos a todos, para ganar a todos los que pueda. Me he hecho judío con los judíos, para ganarlos a los judíos; con los que viven bajo la ley de Moisés, yo, que no estoy bajo esa ley vivo como si estuviera, a ver si así los gano.
Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles. He tratado de adaptarme lo más posible a todos, para salvar como sea a algunos. Y todo esto lo hago por el Evangelio del cual deseo participar. (1ª Cor 9, 19-23)
Hay que tomar en cuenta que los judíos, no aceptaron a Jesús como el Mesías, como el Hijo de Dios, mucho menos su mensaje. Por eso San Pablo dice: yo no estoy bajo esa ley, pero vivo como si lo estuviera; con el fin de que ellos aceptaran el evangelio y a Jesús como el Hijo de Dios. Por eso el catequista tiene que hacer todo lo que esté entre sus manos para ganar a sus interlocutores como Hijos de Dios.
Así también el catequista se tiene que hacer niño con el niño, adolescente con el adolescente, joven con el joven, adulto con el adulto para ganarlos a todos desde lo que vive cada uno para que la Palabra de Dios los libere de sus esclavitudes que vive cada uno.
Los invito a que en un momento de silencio pienses en estos tiempos que estamos viviendo como sociedad; como viven los niños, ¿qué es, lo que los está apartando del amor de Dios? Y esta misma pregunta hacérnosla para cada uno los interlocutores, adolescentes…
Como catequistas: ¿Cómo estoy inculturandome con los interlocutores? ¿Cómo estoy culturando el evangelio? ¿Qué espera el Señor de cada uno de nosotros catequistas que le hemos dado el sí, para colaborar como los apóstoles en la extensión de su Reino?
Para el catequista que es consciente de su misión, sabe que este es un compromiso de corresponsabilidad y que no lo podemos realizar solos. Porque necesitamos la ayuda del Espíritu de Dios, que es, el Espíritu de su Hijo el que tiene que morar en nuestras vidas.
Algo que no debemos olvidar son las palabras que Jesús les dio a sus discípulos: “Sin mí, nada podéis hacer” El catequista debe estar unido siempre a Jesús a través de la Palabra, los sacramentos y el amor a sus hermanos, y así, estaremos cumpliendo el mandato misionero de Jesús en nuestro Ministerio de catequistas.
EL CATEQUISTA VIVE UN HONDO SENTIDO SOCIAL.
La Iglesia necesita catequistas dotados de un hondo sentido social, capaces de formar unos cristianos que sepan ser fermento dinamizador del Evangelio en medio de la sociedad. Manifestar la dignidad inviolable de toda persona humana, profeta del Evangelio que da vida.
Contemplar a Jesús en el hermano no pude traer como única consecuencia un simple sentimiento o una vivencia espiritual intimista. La relación con los demás adquiere una exigencia: la del amor concreto y eficaz. El prójimo se transforma en un camino para la experiencia de Dios y, al mismo tiempo, en la expresión más segura de su autenticidad. El amor al prójimo es la respuesta del hombre al amor de Dios y de Cristo, presentes en el hermano. Debe ser un amor que se manifieste en obras, un amor efectivo. A vivir en el amor como Jesús, que nos amó y se entregó por nosotros. Como el de Cristo, el amor cristiano hacia el prójimo debe ser un amor universal, generoso, gratuito, de iniciativa, eficaz, manifestado en obras.
Catequista que es promotor de una cultura globalizada de la solidaridad, del compartir y de la justicia que parte del Evangelio, lo que significa servir a cada persona humana, en el reconocimiento permanente de su dignidad y derechos humanos, afirmándola en toda circunstancia como el sujeto, fundamento y fin de todos los procesos sociales y de todas las estructuras, desde el ámbito más pequeño o modesto, hasta el ambiente más complejo e internacional. Es preciso comprender que hay que encontrar a Cristo y al soplo de su Espíritu en todos los rostros humanos. Mostrar a Dios amando al hermano, es más que una demostración de Amor.
Maria Teresa Penagos
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Muy excelente todo.
Gracias Carlita. Dios te bendiga y si nos puedes ayudar a promocionar la página para llegar a más catequistas que puedan aprovechar este material, e invítalos a darle me gusta a la página.
Cuídate mucho.
Excelente la publicación.. los Catequistas necesitamos permanente formación e información. Hasta en el último suspiro vamos a estar aprendiendo
Gracias!!!! Y que Dios y Mamá María los bendiga y la luz del Espíritu Santo los guíe en está misión.
Mira Normita, hacemos lo que nos corresponde hacer como bautizados y vocacionados en el Ministerio de la catequesis.
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Dios te bendiga y te vocaciones cada día más en esta hermosa labor de catequista.