LA CATEQUESIS, ES UN PROCESO DE FE EN EL CATEQUIZANDO

LA CATEQUESIS EN EL PROCESO DE LA EVANGELIZACIÓN

 

Pedagogía de la Fe

Autor: Salvador Hernández

La Catequesis en el Proceso de Evangelización

  1. Naturaleza de la catequesis
  2. Definición de catequesis

La catequesis es acción evangelizadora dentro de la misión general de la Iglesia. Y debe ser considerada como participe de las urgencias y afanes propios del mandado misionero para nuestro tiempo.

La peculiaridad de la catequesis, distinta del anuncio primero del evangelio que ha suscitado la conversión, persigue el doble objetivo de hacer madurar la fe inicial y de educar al discípulo por medio de un conocimiento más profundo y sistemático de la persona y mensaje de Nuestro Señor Jesucristo (CT 19).

La catequesis es el conjunto de esfuerzos realizados por la Iglesia para hacer discípulos
La catequesis es una actividad de las muchas que realiza la Iglesia para ayudar a los hombres a vivir mejor el Evangelio y que puedan alcanzar la salvación. Y la catequética es una ciencia. Precisamente, la ciencia que estudia cómo hacer mejor la catequesis. De este modo, hablamos del catequista como de quien protagoniza la catequesis. Y hablamos del catequeta como del estudioso que investiga qué ayuda más y qué es más conveniente para hacer una buena catequesis.

La catequesis es una acción. Vive todos los días en el esfuerzo de tantos catequistas esparcidos por los cinco continentes. Es una acción aparentemente sencilla. Basta ver a una mujer en el atrio de un templo, con un grupo de niños bajo un árbol a quienes comenta los misterios de la Salvación, para que pensemos inmediatamente en la catequesis.
Pero hay más. A la hora de precisar lo que es y lo que no es la catequesis, no todo es tan simple. Porque puede entrarnos la duda. Por ejemplo, ¿es también catequesis el sermón que da un párroco frente al difunto en un funeral? ¿Es también catequesis promover el compromiso social de unos jóvenes en la parroquia? ¿Y es también catequesis una palabra de aliento que da la religiosa al enfermo en el hospital? ¿Cómo precisar qué papel ocupa la catequesis en la Nueva Evangelización?

El Directorio General para la Catequesis nos da una muy detallada y excelente presentación de lo que es la catequesis, su naturaleza finalidad y sus tareas primordiales.

B. La catequesis: acción de naturaleza eclesial:

La catequesis es una acción esencialmente eclesial. El verdadero sujeto de la catequesis es la Iglesia que, como continuadora de la misión de Jesucristo Maestro y animada por el Espíritu, ha sido enviada para ser maestra de la fe. Realizada en unión con la comunidad eclesial, el anuncio no es asunto personal, sino unido a la actividad misional de toda la Iglesia (RM 45) es el resultado del unánime esfuerzo misionero de todo el pueblo de Dios.
Por ello, la Iglesia, imitando a la Madre del Señor, conserva fielmente el evangelio en su corazón, lo anuncia, lo celebra, lo vive y lo transmite en la catequesis a todos aquellos que han decidido seguir a Jesucristo.

Esta transmisión del Evangelio es un acto vivo de tradición eclesial:

La Iglesia, transmite la fe que aquella misma vive: su comprensión del misterio de Dios y de su designio de salvación; su visión de la altísima vocación del hombre; el estilo de vida evangélico que comunica la dicha del Reino; la esperanza que la invade; el amor que siente por la humanidad y por todas las criaturas de Dios.

La Iglesia transmite la fe de forma activa, la siembra en el corazón de los catecúmenos y catequizandos para que fecunde sus experiencias más profundas. La profesión de fe recibida de la Iglesia (traditio), al germinar y crecer a lo largo del proceso catequético, es devuelta (redditio) enriquecida con los valores de las diferentes culturas.

La Iglesia al transmitir –en la iniciación cristiana– la fe y la vida nueva actúa como madre de los hombres, que engendra a unos hijos concebidos por obra del Espíritu Santo y nacidos de Dios. Precisamente, porque es madre es también educadora de nuestra fe; es madre y maestra, al mismo tiempo.

Por la catequesis alimenta a sus hijos con su propia fe y los inserta, como miembros, a la familia eclesial. Como buena madre, les ofrece el Evangelio en toda su autenticidad y pureza, que les es dado, al mismo tiempo, como alimento adaptado, culturalmente enriquecido y como respuesta a las aspiraciones más profundas del corazón humano.

C. Finalidad de la catequesis: la comunión con Jesucristo.

El fin definitivo de la catequesis es poner a uno no sólo en contacto sino en comunión, en intimidad con Jesucristo.

Toda acción evangelizadora busca favorecer la comunión con Jesucristo. A partir de la conversión inicial de una persona al Señor, suscitada por el Espíritu Santo mediante el primer anuncio, la catequesis se propone fundamentar y hacer madurar esta primera adhesión. Se trata, entonces, de ayudar al recién convertido a conocer mejor a ese Jesús en cuyas manos se ha puesto: conocer su ´misterio´, el Reino de Dios que anuncia, las exigencias y las promesas contenidas en su mensaje evangélico, los senderos que Él ha trazado a quien quiera seguirle. El Bautismo, sacramento por el que nos configuramos con Cristo, sostiene con su gracia este trabajo de la catequesis.

  1. La catequesis como educación de la fe:
  2. Las dos dimensiones de la fe.

Para comprender estas dimensiones necesitamos primero recordar que catequesis: es profundizar en el mensaje evangélico para educar la fe. Esta simple definición tiene mucho contenido. Para exponerlo, veamos sus elementos principales:

– profundizar: es conseguir más de lo que se tiene. Por eso, la catequesis no es el primer paso hacia la fe. Se presupone que ya se consiguió con la primera evangelización.

– mensaje evangélico: es la doctrina de Cristo. Pero entendida como la ve la Iglesia. Es decir, no como la pueda interpretar cada uno caprichosamente.

– educar: Etimológicamente es sacar de dentro. Es decir, la catequesis busca hacer crecer la semilla que Dios depositó en el alma el día del Bautismo. No busca tanto dar y dar muchas informaciones sobre el mensaje de Cristo.

– la fe: es aceptar lo que Dios nos propone. Y, si es aceptar, no es prioritariamente comprender. Claro, se debe entender algo. Porque, si no entendemos nada, no sabemos lo que debemos aceptar.

La fe no solo es adhesión vital a Dios, sino también asentimiento intelectual y de la voluntad a la verdad revelada (DGC 130) por eso los fieles deben tener un conocimiento orgánico de la fe aunque sea de modo sencillo.

Conviene resaltar que aceptar es una acción de la voluntad. Es decir, no aceptamos con la inteligencia, sino con la voluntad. Porque la voluntad es la facultad humana que nos permite admitir una cosa o rechazarla. Pero hay un funcionamiento muy curioso en la voluntad: no se puede aceptar lo que no ha sido entendido previamente por la inteligencia. Por ejemplo, si no tenemos seguridad de que un cable grueso tiene electricidad o no, no nos decidimos a tocarlo. Nuestra inteligencia busca, antes, la forma de comprobar si tiene o no corriente. Aunque sólo sea pasando rápidamente el dedo para que roce uno de sus extremos. Después, decidimos con la voluntad si lo tocamos o no.

Al haber estudiado estos complejos mecanismos del ser humano, descubrimos un dato básico para la catequesis: que la fe no es sólo un acto de la inteligencia. Es, sobre todo, un acto de la voluntad. Y, por lo tanto, la catequesis no es sólo dar informaciones a la inteligencia del catequizando para que conozca más del mensaje de Cristo. Es, sobre todo, ayudar a la voluntad para que acepte ese mensaje en su interior. Y, desde luego, es mucho más difícil esta segunda parte de la fe que la primera. Porque, con un poco de ingenio y capacidades, podemos transmitir los datos evangélicos a quien nos escucha. ¿Pero quién puede mover la voluntad de otro ser humano para que acepte lo que proponemos?

Resumamos un poco todos estos pasos:

  1. Primero, la persona conoce el mensaje de Cristo con su inteligencia. Por eso, la catequesis debe dirigirse a esta facultad humana presentando el mensaje cristiano con claridad y precisión.
  2. Los datos que recibe la inteligencia sobre el mensaje evangélico siempre tienen sombras: porque la inteligencia nunca llega a comprender y abarcar totalmente la grandeza infinita de Dios. Dicho de otro modo, no podemos explicar todo.
  3. Después, la voluntad decide si acepta o no los datos que ha recibido en la inteligencia.
  4. Pero, como la voluntad no recibe total seguridad sobre cuanto le presenta la inteligencia (porque la inteligencia no alcanza a abarcar todo el misterio infinito de Dios), necesita la ayuda de la gracia para aceptar lo que está más allá de sus posibilidades.

Los primeros tres pasos expuestos son acciones humanas, naturales. El cuarto paso que hemos presentado supera los límites humanos. Es el momento de la intervención de Dios. Por eso, decimos que la fe es un don de Dios, decimos que es una virtud sobrenatural.

La catequesis, que busca educar la fe, tiene que atender a todos los pasos que hemos expuesto. Es decir:

– exponer el mensaje de Cristo para que sea recibido.

– hacer ver las zonas oscuras y superiores al ser humano que tiene el mensaje evangélico.
– motivar a la voluntad para que acepte todo el mensaje de Cristo, tanto la parte iluminada como la parte oscura.

– facilitar la apertura del alma a la gracia de Dios.

– pedir a Dios esa gracia para que mueva la voluntad dudosa ante la dificultad de creer.

Por tanto, la catequesis se dirige a todo el hombre, a todas sus facultades. Y debe lograr educar la fe en sus dos dimensiones: la objetiva o recepción del mensaje evangélico en la inteligencia; y la subjetiva o aceptación de dicho mensaje por la voluntad.

PARA REFLEXIONAR:

“La fe cuya maduración busca la catequesis, se puede considerar de dos maneras: como la adhesión plena del hombre a Dios que se revela, bajo el influjo de la gracia (fides qua), o como la materia de la revelación y del mensaje cristiano (fides quae).

Estos dos aspectos no pueden separarse por razón de su misma naturaleza, y la maduración normal de la fe supone un progreso coherente de ambos, pero estos dos aspectos se distinguen por razones metodológicas” (DGC 36).

  1. Otras concepciones de la catequesis.

Hemos presentado la catequesis como educación de la fe. Pero hay otro modos de concebirla. Por ejemplo, hay quienes consideran la catequesis como dirigida a crear una mentalidad de fe. Es decir, la catequesis seria la acción de la Iglesia orientada a formar en el cristiano una disposición habitual en la mente para ver todas las cosas desde la fe. Este modo de considerar la catequesis es muy bueno, pues produciría cristianos con una visión propia de un auténtico creyente ante cuanto viven.

Hay otros que consideran la catequesis como instrucción religiosa. Es decir, la catequesis se presenta prioritariamente como la acción orientada a proporcionar todos los conocimientos necesarios al creyente para vivir cristianamente. Lo que importa entonces es tener una buena pedagogía que ayude al niño a comprender el mensaje de Cristo. De ahí, surgirá espontáneamente la vivencia personal y convencida de la fe. Esta postura se guía un poco del conocido adagio “las ideas mueven al mundo”.

Otros consideran que lo importante, en la catequesis, es la memorización del catecismo. Estiman que el resultado fundamental es lograr que la persona tenga bien archivados los datos básicos de la fe. ¿Por qué? Porque así todo cristiano podrá defender su fe de las dudas que se le vayan presentando. Luego, podrá ir comprendiendo el mensaje de esas fórmulas aprendidas de memoria.

Hay quien prefiere poner el acento de la catequesis sobre la experiencia de fe. Es decir, la catequesis debe lograr principalmente que cada cristiano experimente situaciones favorables a la fe. No importa tanto conocer y entender la maraña de normas y dogmas cristianos. El cristiano mismo ir descubriendo, de este modo, los misterios y las normas en su cercanía y trato con Dios. Además, de nada sirve conocer todo si falta la experiencia vital de Dios en nuestro interior.

Nosotros consideramos todas estas orientaciones de la catequesis como válidas en su acento. Pero estimamos que pueden olvidar el núcleo central de la catequesis. Por eso, hemos preferido fijarnos en ella como educación de la fe. ¿Por qué? Hagamos un pequeño análisis:

La mentalidad de fe es un buen resultado de la catequesis. Pero no el único. Pues, si hay mentalidad y no hay compromiso, ¿basta?

La instrucción religiosa es básica para ofrecer los datos de la fe a la inteligencia. Pone las bases para una decisión fuerte de la voluntad por Dios y por su mensaje. Pero ya hemos subrayado que lo más importante en la catequesis es la aceptación de la voluntad y no la mera transmisión de datos. La catequesis no es sólo instrucción religiosa. Debemos garantizar más la dimensión subjetiva de la fe.

La memorización es útil. Pero ya lo refiere la Catechesi Tradendae (n.55) que es un grave error aprender fórmulas si antes no se ha comprendido su significado. Pero hay más: si un niño memoriza bien su catecismo, ¿quién nos garantiza que después alguien se lo explicará? ¿Le dará el mundo indiferente y alejado de Dios la profundización en la fe? ¿Tenemos seguridad de que asistir a la necesaria catequesis de adultos? Basta ver la realidad de nuestro pueblo hoy para no dejar bajo la protección del destino la educación de la fe.

Respecto de la experiencia de fe conviene destacar que propicia un excelente fruto. ¿Podemos desear algo más profundo que la unión personal del cristiano con Dios y su disposición de fuerte interés por las cosas de Dios? Pues diremos que sí, que podemos desear algo más profundo. Porque podemos y debemos buscar la participación de todo el ser humano en el misterio de Dios. Debemos aspirar a la recepción de todo el mensaje evangélico en la inteligencia, a la aceptación sincera de ese mensaje, a la experiencia afectiva y personal de Dios, a la actuación diaria de acuerdo con su doctrina, a la modelación de toda la personalidad según el modelo de Nuestro Señor Jesucristo. Por eso, no basta la experiencia de fe, sino la educación de toda la persona para la vivencia totalizante de la fe.

  1. Ciencias auxiliares de la catequesis

La catequética es la ciencia que estudia cómo hacer mejor la catequesis. Es una ciencia. Y, como todas las ciencias, tiene que actuar con un método científico. Emplea además un lenguaje técnico y preciso. Por ejemplo, para la caterética el catequista es llamado agente y el credo es llamado símbolo de la fe. También, como todas las ciencias, se apoya en otras ciencias, que se llaman ciencias auxiliares. Unos ejemplos de ciencias auxiliares de la catequética son la teología, la psicología, etc.

  1. Catequesis y teología.

La catequesis es una acción. La teología es una ciencia. Las dos tratan sobre la fe. Pero las dos la tratan de modo diferente. La catequesis trata la fe como un tesoro para transmitirlo a alguien. Y a un alguien que, ordinariamente, tiene dificultades para aceptarla completamente. La catequesis suele ofrecer la fe al hombre de la calle. Tiene que llegar a todos los estratos sociales y culturales. Debe ser accesible por encima de los obstáculos. Y, si no lo logra, fracasa en su tarea. Tiene que dar respuesta a muchas preguntas simples e intranscendentes. Pero siempre son preguntas que tocan la vida diaria y los conflictos de las personas comunes.

La teología trata la fe de modo diferente. La trata como un delicado instrumento de precisión, que debe conservarse muy limpio de contaminantes e iluminado sin la m s mínima sombra. Es realizada por los estudiosos. Y est destinada a los estudiosos. Si hay muchas personas que no la entienden, no importa. Lo que importa es que la entiendan los científicos. Tiene que dar respuesta a las cuestiones ideológicas más espinosas. Y, trata preguntas tan elevadas, que no siempre tiene tiempo para enfrentar otros temas m s triviales. Como decía un sabio párroco, “los teólogos se definen como personas que dan respuesta a preguntas que nadie se hace”. No queremos así despreciar a la teología. Tiene un valor crucial, como veremos enseguida. Sin embargo, conviene distinguirlas.

Pero volvamos al punto crucial: la diferencia est en que la catequesis es una acción y la teología es una ciencia. Y, como todo en la vida, no puede haber buena acción si no hay buena ciencia que la sustenta. Es decir, la catequesis necesita de la teología:

– porque la teología establece los principios cristianos que deben regir toda acción correctamente evangélica.

– porque la teología garantiza la solidez del contenido de la catequesis, evitando que las herejías o las lagunas doctrinales se extiendan entre los  catequistas, aunque caigan en estas fallas inconscientemente.

– porque la teología permite desarrollarse a la catequesis con sus nuevas aportaciones y avances.

De todos modos, conviene destacar que es un error convertir la catequesis en clases de teología. O trasladar la terminología, los esquemas o los razonamientos propios de la teología al mundo de la catequesis. Por ejemplo, ¿qué diríamos de un catequista que explica algunos misterios de la fe siguiendo los esquemas de la Summa Teológica de Santo Tomás de Aquino? O ¿cómo juzgaríamos a unos catequistas que exponen sus clases “bajo la perspectiva del Reino terreno y del Reino escatológico”, o “de la Vida Teologal y la vida Carismática” o “del crecer en la esperanza dialogal”?

PARA REFLEXIONAR:

“El ministerio de la palabra toma diversas formas, según las diversas maneras de ejercerlo y los fines que se persiguen, entre ellas est la catequesis.

Hay en primer lugar una forma que es la evangelización o predicación misionera que se propone suscitar aquel primer acto de fe con el cual los hombres se adhieren a la Palabra de Dios. Sigue la forma catequística “cuyo fin es que la fe, ilustrada por la doctrina se torne viva, explicita y activa”. Luego viene la forma litúrgica en el ámbito de la celebración litúrgica, especialmente eucarística (homilía). Y hay, por último, la forma teológica, es decir, el estudio sistemático y la investigación científica de las verdades de la fe.

Para nuestro propósito es importante distinguir estas formas, cada una de las cuales obedece sus propias leyes, aún cuando en realidad guardan entre s¡ una ¡íntima conexión. Por lo tanto, lo que hasta ahora hemos dicho del ministerio de la palabra de una manera general se aplica también a la catequesis” (DGC 17).

“De todo evangelizador se espera que posea el culto a la verdad, puesto que la verdad que él profundiza y comunica no es otra que la verdad revelada y, por tanto, m s que ninguna otra, forma parte de la verdad primera que es el mismo Dios. El predicador del Evangelio ser aquel que, aun a costa de renuncias y sacrificios, busca siempre la verdad que debe trasmitir a los demás. No vende ni disimula jamás la verdad por el deseo de agradar a los hombres, de causar asombro, ni por originalidad o deseo de aparentar. No rechaza nunca la verdad. No obscurece la verdad revelada por pereza de buscarla, por comodidad, por miedo. No deja de estudiarla. La sirve generosamente sin avasallarla” (EN, 78b).

  1. Catequesis y pastoral.

La pastoral es una acción, como la catequesis. La pastoral es el conjunto de tareas por las que la Iglesia ayuda a los hombres a vivir el Evangelio. Por eso, la pastoral es una labor m s amplia que la catequesis. Dicho de otro modo, la catequesis es una parte de la acción pastoral de la Iglesia. Las diócesis y parroquias suelen organizar la pastoral en varios sectores:

– Pastoral social: atiende la caridad, el compromiso social del cristiano, la defensa de los derechos humanos, el cuidado ecológico de la comunidad, etc.

– Pastoral litúrgica: atiende la organización y vitalidad de las celebraciones comunitarias, promueve la participación consciente de los fieles en la liturgia y los sacramentos, etc.

– Pastoral profética: abarca todas las actividades evangelizadoras que se realizan mediante la palabra: primera evangelización, grupos bíblicos, movimientos de formación cristiana, etc. Obviamente la catequesis forma parte de la pastoral profética.

Pero, aunque la catequesis sea sólo una parte de toda la pastoral de una comunidad, ocupa un lugar prioritario en toda la actividad pastoral de la Iglesia. Y, si no lo ocupa en una determinada comunidad, no habrá buen avance evangelizador. ¿Por qué? Porque la catequesis permite organizar cualquier otra actividad pastoral con la base imprescindible de conocer el mensaje básico de Jesucristo y la aceptación de la fe cristiana. Dicho de otro modo, ¿cómo puede un cristiano vivir bien su compromiso social si no conoce el mensaje del Evangelio? O ¿cómo puede activarse la liturgia si no se ha crecido en la fe? La catequesis no es la única actividad de la Iglesia. Pero es su actividad básica. (Cfr Catic n.890)

PARA REFLEXIONAR:

“El ejercicio del ministerio de la catequesis abarca la totalidad de los pastores, de los religiosos y de los fieles laicos, según el servicio y el carisma que cada uno tiene en el pueblo de Dios. Abarca igualmente a las instituciones eclesiales como la familia, la escuela, la parroquia o la diócesis. Es tarea de los grupos apostólicos, de las comunidades de base, de los movimientos, que sólo así podrán madurar su sentido y su pertenencia a la Iglesia de Jesús, liberándose de la tentación de ser grupos aparte, exclusivos y cerrados” (GPCM, 70).

  1. Catequesis y ciencias auxiliares.

Si la catequesis busca educar la fe, necesita actuar en dos campos: el humano y el sobrenatural. Debe hacerlo porque su acción tiene parte de ambos niveles. Educar, de hecho, es una acción humana. Pero la fe es un don sobrenatural. La catequesis, pues, debe aprovechar tanto los instrumentos humanos que ayuden a su acción educativa como los elementos sobrenaturales que colaboren a la recepción del sobrenatural don de la fe.

La catequesis, pues, debe ayudarse de ciencias auxiliares. Unas ser n de corte humano. Y otras de corte sobrenatural o teológico. He aquí¡ un cuadro de las ciencias auxiliares humanas y teológicas que ayudan a la catequesis:

* Ciencias auxiliares humanas:

– Psicología: para poder conocer a las personas a quienes se dirige.

– Sociología: para conocer el entorno y ambiente de las personas.

– Pedagogía: para poder enseñar bien la fe.

– Dinámica de grupos: para hacer trabajar bien a un grupo de personas.

– Programación y organización: para estructurar bien un curso.

  • Ciencias auxiliares teológicas:

– Estudios Bíblicos: para fundamentar correctamente los planes de catequesis.

– Historia de la Iglesia: para aprender del pasado qué conviene y qué no conviene.- Dogmática: para respaldar los contenidos de la catequesis.

– Pastoral: para realizar una labor de acuerdo con la acción eclesial.

PARA REFLEXIONAR:

“Nuestra ‚poca se caracteriza por el grandioso desarrollo de las ciencias antropológicas. Estas ciencias ya no se reservan únicamente a los especialistas, ellas penetran en la conciencia que el hombre moderno tiene de sí mismo; afectan las relaciones sociales y constituyen una especie de contexto cultural que es común aun a los menos cultos.

La enseñanza de las ciencias humanas, dada la enorme extensión y diversidad de estas disciplinas pone difíciles problemas de elección y de m‚todo. Puesto que no se trata de formar especialistas en psicología sino catequistas, el criterio a seguir es el distinguir y escoger lo que puede ayudarles directamente en la adquisición de la capacidad de comunicación” (DGC 112b). (Cfr. DGC 242)

  1. Catequesis y espiritualidad.

La catequesis está protagonizada por personas. Y estas personas deben dar un testimonio fuerte. Porque, a fin de cuentas, la catequesis es el transmitir la fe recibida de Cristo y de los miembros de la Iglesia que nos precedieron en la historia. Y toda transmisión es protagonizada por un testigo. Y, para que haya buenos testigos de la fe, es imprescindible una vida espiritual sólida.

Pero si vemos la catequesis desde el ángulo de quien la recibe, también hay que destacar la urgente necesidad de una fuerte espiritualidad. Porque ¿quién puede aceptar el mensaje de Cristo con docilidad y apertura si no tiene buena espiritualidad? Y ¿quién puede comprometerse sinceramente con el mensaje de Cristo si no tiene una espiritualidad ardiente, que contrarreste la seductora tentación de un mundo alejado de Dios?

PARA REFLEXIONAR:

Tareas propias del Ministerio de la catequesis:

  1. Debe llevar al creyente del don de la fe, es decir, de una fe que es regalo por parte de Dios a una fe que es aceptación consciente y compromiso responsable por parte del hombre.
    2. Ha de empeñarse en hacer crecer continuamente la vida teologal de la fe, la esperanza y el amor. “Cualquiera que sea el tema que expones, exponlo de tal modo que aquel a quien te diriges, oyendo crea, creyendo espere y esperando ame” (26).
    3. Debe enseñar a los cristianos cómo han de seguir a Jesucristo, aceptando la integridad de su persona y la totalidad de su doctrina.
  2. Debe de acompañarlos para que vivan como miembros de la comunidad eclesial, empeñados en construir la fraternidad dentro de ella.
  3. Necesita mostrarlos los caminos para celebrar la fe en los sacramentos, sabiendo que sin catequesis (fe proclamada) la liturgia se vuelve vacía, y sin celebración (fe celebrada), la catequesis se convierte en ideas (27).
  4. Debe enseñar a tener los ojos puestos en la realidad y en los acontecimientos, aprendiendo a descubrir las intenciones de Dios en ellos para comprometerse en acciones de cambio según el plan divino.
  5. Esa llamada a formar hombres nuevos, con mentalidad y criterios evangélicos, que los lleven a vivir en el mundo como profetas de las bienaventuranzas. Formar hombres solidarios, justos y servidores, que tienen en el Evangelio su única fuerza para ser signos de liberación cristiana.
  6. Ha de estar presente en la religiosidad del pueblo sencillo para iluminar y orientar su fe” (GPCM 69).

La catequesis en la vida humana

La catequesis cultiva la fe sobre la frágil tierra del ser humano. Y, después, da sus frutos en medio del gran campo de la sociedad. Por eso, la catequesis debe atender a toda la vida del ser humano. Este principio tiene multitud de aplicaciones. La catequesis debe cuidar no sólo el crecimiento espiritual de quien la recibe, sino también multitud de elementos humanos: la puntualidad de los alumnos, el orden en sus cosas, el respeto a los compañeros de catequesis, la sinceridad en la participación, la constancia en la asistencia, la comprensión ante quienes piensan diferente…

El desarrollo humano de quien asiste a la catequesis es imprescindible. Porque la semilla de la fe sobrenatural no puede desarrollarse en un terreno salvaje. Pues la gracia no cambia al ser humano, sino que lo eleva. Primero, est el recipiente humano; luego, recibimos el contenido divino. Por eso, el catequista debe crecer constantemente en las virtudes y en los valores humanos. Tiene que ser un experto en humanidad.

La catequesis contribuye grandemente a la promoción humana de los destinatarios. Primero, porque desarrolla la dimensión espiritual y moral del hombre, que ya es una gran promoción. Y, segundo, porque el Evangelio impulsa al cristiano a desarrollar todos sus talentos. Pero es claro que la catequesis no tiene por objetivo prioritario la promoción humana de los destinatarios. La catequesis es una acción eminentemente religiosa. Si la catequesis se subordinara a tareas sólo económicas, sociales o culturales.

Porque la catequesis tiene por objetivo educar la fe.

PARA REFLEXIONAR:

“La fe del Evangelio es madura cuando logra penetrar en la vida y en las realidades humanas donde vivimos en concreto el seguimiento de Cristo. Cambiar las estructuras de pecado y las situaciones de injusticia no es una simple añadidura para la fe cristiana. Es m s bien la actualización del Ministerio de Jesús, enviado por el Espíritu a traer “la Buena Nueva a los pobres, a anunciar a los prisioneros su libertad, a devolver la luz a los ciegos, a despedir libres a los cautivos y a proclamar el año de gracia del Señor”. Llegar a los hombres en la integridad de su persona, construir el Reino en las realidades humanas, es parte esencial de nuestra fe que debe expresarse como experiencia de encarnación transformadora” (GPCM 83).

  1. Catequesis y religiosidad popular.

En México, pasan 30 millones de peregrinos por los tres santuarios más importantes del país. Hay sacerdotes que acompañan a las peregrinaciones. En estas ocasiones, los fieles reciben mucho acompañamiento, variadas ayudas y atención pastoral. Muchas veces, es una ocasión de fuerte catequesis. Pero ¿todas las manifestaciones de la religiosidad popular tienen el mismo efecto evangelizador? ¿Todas la riquísimas tradiciones de nuestro pueblo, desde el juramentarse para no beber hasta una fiesta quinceañera, dejan su formación en la fe para quienes asisten? O, como decía aquel amigo: “Yo te pago el vestido de primera comunión del niño. Pero, eso de confesarme y comulgar para ser padrino, como que no me va.

La religiosidad popular, entendida como las expresiones espontáneas o tradicionales de los fieles para manifestar su amor a Dios y su fe, son un trampolín privilegiado para educarles en la fe. Son tan sinceras y vivenciales, tienen elementos tan propios de la cultura, conservan signos cristianos tan ricos y enraizados, que constituyen un reto para el catequista: o los aprovecha para hacer crecer la fe del pueblo, o pierden su fuerza educadora para caer m s en ocasiones de diversión profana o desviarse con mezclas de superstición.

Pero imaginemos el resultado de un video que repetidamente presenta la historia y el mensaje del Señor de Chalma para cuantos esperan, por un cuarto de hora, la oportunidad de pasar a besar su imagen.

Es obvio, las manifestaciones de religiosidad popular no son sólo para aprovechar el momento de dar una catequesis. Son, ante todo, momentos de expresión y vivencia de la fe. Pero no podemos descuidar la oportunidad de enriquecer vivencias tan fuertes que gritan pidiendo un crecimiento en la fe.

PARA REFLEXIONAR:

Podríamos expresar las tareas de la catequesis de la siguiente manera:

  1. La catequesis comenzar por una aceptación sincera de la religiosidad popular, reconociéndola como realidad muy unida a la fe cristiana y como parte vital de nuestra cultura.2. La catequesis debe acercarse a la religiosidad popular con deseos de comprenderla profundamente, descubriendo los valores y antivalores que en ella se contienen. Así podrá servirla impulsando la fe que nace del Evangelio como regla suprema de la experiencia religiosa de un pueblo, que busca a Dios y se relaciona intensamente con todo lo sagrado.3. La catequesis tendrá que ofrecer continuamente a la religiosidad popular la Palabra de Dios. En ella los creyentes vemos la manera auténtica cómo Dios se revela: Quien es Él, qué‚ piensa El de los hombres que los buscan, cómo han de buscarlo y en dónde. En la Palabra de Dios aprendemos la clase de relaciones que El espera que tengamos con Él. Por la Palabra de Dios la catequesis enriquece y purifica a la religiosidad popular mostrándole que Jesucristo y la Iglesia son centro y meta de todo el cambio de la fe.

    En Jesucristo se vive el verdadero encuentro con el Padre y con los hermanos. La religiosidad popular necesita de una catequesis que presente a Jesús como modelo de toda piedad cristiana. Una piedad que consiste en vivir en comunidad fraterna comprometidos con los valores del Reino adorando al Padre en espíritu y en verdad.

    4. La catequesis debe crear puentes entre la religiosidad popular y la celebración litúrgica. Muchas expresiones religiosas y símbolos del pueblo pueden tener un lugar en la liturgia, as¡ como muchos elementos litúrgicos pueden enriquecer a la religiosidad popular. La catequesis podrá tener un papel decisivo para superar una situación donde parece que hubiera dos liturgias: una popular y otra oficial.

5. La catequesis ha de promover el compromiso social de los cristianos a partir de los grandes valores sociales que se viven en la religiosidad popular, como el compartir, la organización y el sentido de la fiesta, el sacrificio por los demás, la búsqueda de energías renovadas para la lucha diaria, la devoción a María como fuerza de unidad del pueblo religioso. Así la catequesis podrá ser un medio muy eficaz para liberar a la religiosidad de la tentación de ser un simple refugio o un escape fácil a los compromisos del cristiano en la sociedad.

6. La catequesis estar presente en la religiosidad popular sabiendo que muchos aspectos del misterio cristiano se encuentran en ella, aunque a veces de modo poco claro. Ha de aprender a descubrirlos y aprovecharlos para afianzar en el pueblo cristiano una vivencia m s profunda de su fe” (GPCM 98).

  1. Catequesis y Biblia.

Cada uno defendía su posición acaloradamente. Ambos tengan la mejor intención. El primero insista en que no era necesario el catecismo. “Si quieres transmitir la doctrina de Cristo, decía, no necesitas muchas preguntas y repuestas. Te basta con que tus niños conozcan el Evangelio”. El segundo replicó: “Pero no basta el Evangelio. Tienes que enseñar a los niños el Credo, los Sacramentos… Si sólo saben parábolas ¿cómo podrán vivir bien su catolicismo?”. Es obvio que el catequista bíblico volvió a la carga y el catequista teórico le respondió. Necesitaban un punto de equilibrio. Llegó el párroco, puso la mano sobre el hombro de cada uno y les dijo sonriendo: “No se me vayan a los extremos. Recuerden: si nos falta la Biblia, nos falta el alma; pero, si nos falta un buen esquema de ideas, nos falta el esqueleto”.

Los primeros catequistas fueron los Apóstoles. Y ¿qué exponían en su catequesis? La vida y enseñanzas de Jesús. Ellos no explicaban el Credo o los Sacramentos. Pero, con el paso del tiempo, nacieron las herejías, vinieron las discusiones, hubo gente vestida con piel oveja que trató de ocultar sus colmillos de lobo para engañar. Y no hubo m s remedio: la Iglesia tuvo que precisar el mensaje de las par bolas y discursos de Jesucristo. Nació así la doctrina de la Iglesia. Una doctrina enraizada sobre el Evangelio. Una doctrina no diferente del Evangelio. Pero una doctrina que se presenta con un lenguaje diferente del Evangelio.

La catequesis, pues, debe saborear la Biblia como el agua directa del manantial. Pero también debe colocar el mensaje bíblico en un recipiente adecuado a quien lo va a beber. Porque no olvidemos que el lenguaje y la cultura de los libros inspirados est n muy distantes de nosotros en el tiempo y en la mentalidad. En concreto: hay que poner a los destinatarios en contacto frecuente con la Palabra de Dios; hay que tomar de los pasajes bíblicos luz y orientaciones, nuestro actuar de catequistas; es preciso utilizar las enseñanzas de la Iglesia, aunque tengan lenguaje diferente del bíblico; y necesitamos emplear un catecismo actualizado para acomodarnos a la mentalidad de quien nos escucha.

PARA REFLEXIONAR:

“Todo el ministerio pastoral de la Iglesia, ha de tener como sustento la palabra de la Escritura. Tenemos la convicción de que la catequesis, por ser parte indispensable del Ministerio de la Palabra, encuentra su raíz m s profunda en la Escritura. Por eso quienes realizan la catequesis han de vivir en contacto permanente con el libro sagrado, si no quieren volverse “predicadores vacuos” (GPCM 58).

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Autor: Salvador Hernández

 

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