¡La llevas clara!
ORACIÓN INICIAL PARA CADA DÍA
Santa María, ¡Madre de Dios y Madre mía! Eres más madre que todas las madres juntas: cuídame como Tú sabes. Grábame, por favor, estas tres cosas que dijiste:
“NO TIENEN VINO”: presenta siempre a tu Hijo mis necesidades y las de todos tus hijos.
“HACED LO QUE ÉL OS DIGA”: dame luz para saber lo que Jesús me dice, y amor grande para hacerlo fielmente.
“HE AQUÍ LA ESCLAVA DEL SEÑOR”: que yo no tenga otra respuesta ante todo lo que Él me insinúe.Un mes de otoño. Por motivos profesionales un hombre de una empresa de electricidad va a un santuario de la Virgen. Uno de los encargados que atienden el santuario aprovecha para entablar una conversación con él, animándole a llevar una vida cristiana y confesarse; no consigue nada: se define no creyente y todo resulta inútil.
Cuando el encargado le despide dando por perdidas las posibilidades de conversión de aquel hombre ateo, observa que al pasar por una alcancía del santuario, éste echa una limosna; por sus adentros se dice el encargado: “la llevas clara, porque si has dado algo a la Virgen, Ella se las apañará para darte más a ti”.
Me contaba el encargado que al cabo de un par de años, aquel hombre volvió al santuario para saludarle: no sabía cómo, pero su vida había cambiado completamente; había vuelto a la fe y se había comprometido con Dios a seguirle de cerca, y entre sus compañeros y familiares había hecho un gran apostolado.
Santa María, para ir yo a Dios, y llevarle a mis amigos y familiares, el camino más seguro y corto eres Tú: darte algo, aunque sea poco y casi diría que sin fe, significa que Tú haces el resto. Durante este mes trataré de ayudar a algunas personas que necesiten ayuda (puedes decirle, ahora, quiénes en concreto si conoces a alguien) a que hagan algo por María. Quizá, haciendo una peregrinación juntos, dándoles una imagen de la Virgen, o rezando juntos una oración.
Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído.
Después termina con la oración final.
ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA
¡OH SEÑORA MÍA, Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti; y en prueba de mi amor de hijo te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, Madre buena, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén
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