CÓMO ACERCARSE EL CATEQUISTA A LA BIBLIA

CÓMO ACERCARSE EL CATEQUISTA A LA BIBLIA

De todo cuanto he dicho hasta ahora, podemos decir en resumen que: el catequista trata de comprender la Sagrada Escritura, al menos en un nivel básico, porque es consciente de la dificultad que como libro antiguo tiene para el lector actual; el catequista intenta descubrir en la Sagrada Escritura una palabra que oriente su vida, porque sabe por fe que está escuchando la palabra de Dios; el catequista intenta cumplir las dos exigencias anteriores, por que ha de anunciar esta palabra en la catequesis, de modo que sea básicamente comprendida y espiritualmente vivida por aquellos a quienes da catequesis.

Cómo conseguir esta meta es la última parte de mi exposición. En ella quisiera presentar unas breves indicaciones sobre la lectura e interpretación de la Biblia, referida específicamente al catequista. Por supuesto, como para cualquier otro lector católico de la Biblia, los criterios básicos, según ya he indicado, son los que se encuentran en DV, n.12. Pero aquí los voy a integrar en lo que yo llamaría el acercamiento específico del catequista a la Sagrada Escritura En primer lugar, y aunque parezca algo lejano a nuestro propósito, es preciso que el catequista ilustrado se acerque a la Biblia desde el ángulo humano-cultural. Del mismo modo que nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo se lo quiera revelar (cf. Mt 11, 27; Lc 10, 22), y de la misma manera que es por la humanidad de Cristo como podemos llegar a saber algo de su divinidad, así mismo Dios ha querido hablarnos su palabra mediante palabras humanas.

 

Si no logramos entender éstas, nos quedaremos sin comprender el mensaje que él nos trae. Todo lector de la Biblia se enfrenta a una construcción cultural concreta, y ha de tener las claves suficientes para poder acercarse a ella con provecho. Aquí radica la necesidad de poseer algunos conocimientos básicos sobre la Biblia como libro humano, perteneciente a una época concreta, deudor de una cultura determinada. Es verdad que el ámbito cristiano en el que se lee la Biblia nos provee ya de unas claves que hacen que nuestro acercamiento a la Biblia sea el acercamiento a un libro que no nos resulta extraño: pertenece a nuestra cultura cristiana, que ha enriquecido a su vez la cultura humana occidental con sus imágenes, su lenguaje y su pensamiento. Pero esto es insuficiente la mayoría de las veces para el catequista, que necesita un acercamiento algo más completo.

A mi juicio en este ámbito debería poseer un conocimiento, aunque fuera elemental, del tiempo y el pueblo en que nació la Biblia; ser capaz de una aproximación a lo que son los géneros literarios bíblicos; tener una cercanía cordial al espíritu oriental que predomina en el libro; y haber adquirido unas nociones básicas de historia sagrada. No estaría de sobra algún conocimiento general de la influencia de la Biblia en la cultura occidental en que nos movemos. De esta manera, el conjunto de estos conocimientos le harán más cercano el libro y su contenido, a la vez que le han de proporcionar un suelo común incluso con quien no comparte la fe cristiana, pero sí comparte muchos elementos de la cultura común en que nos movemos.

En segundo lugar, lo cual no quiere decir que sea menos importante, el catequista debe ejercitarse también en el acercamiento creyente cristiano a la Biblia. Así, debe saber que se trata de un conjunto de libros inspirados, que han nacido en el pueblo de Israel o en la comunidad cristiana primera, que ésta los ha reconocido como libros sagrados y los ha considerado canónicos, es decir, normativos para el cristiano. De este modo, el catequista reconoce en la Biblia su Escritura Sagrada,

Transforma su conocimiento de la historia sagrada en conocimiento de la historia de salvación, y pone como centro de su comprensión de la Biblia la persona y la palabra de Jesucristo. Dicho de otro modo, aprende a leer la Escritura con los ojos del Maestro Jesús, como discípulo suyo. Descubre que hacia él tienden los escritos todos del AT, que de él hablan en último término, y que en él se cumplen las expectativas del pueblo de Israel.

Escucha en las palabras de NT la misma Palabra del Señor, y acoge los escritos de los apóstoles como palabra viva de Dios a él dirigida. Sabe que, aunque todos los escritos de la Biblia son santos, los escritos preferentes del catequista han de ser sin duda alguna los evangelios, e inmediatamente los Hechos de los Apóstoles y los salmos. No olvidemos que evangelios y salmos son el alimento tradicional del cristiano a lo largo de la historia de la Iglesia, y por eso se ha editado con tanta frecuencia unidos. Pero no es esto todo. Hay un tercer acercamiento también muy importante. Me refiero al acercamiento litúrgico.

Desde el mismo comienzo de la vida de la Iglesia, el lugar preferente de la comunidad cristiana para leer (o escuchar) la Escritura Santa ha sido la celebración litúrgica, especialmente la celebración de la Eucaristía. El catequista debe tener un conocimiento básico de la composición de los leccionarios, de los criterios de selección de los textos bíblicos, de la importancia de la proclamación de la Escritura en medio de la asamblea celebrante y del misterio profundo de la presencia de Cristo en la palabra proclamada de la Escritura: «Está presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien habla», dice la constitución Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia n. 7, cuando habla de las diversas presencias de Cristo en la asamblea celebrante. Este acercamiento a la Escritura es tanto más necesario para el catequista, cuanto en no pocas ocasiones tendrá que actuar de mistagogo con sus catecúmenos, especialmente en los casos de preparación para la recepción de algún sacramento, como en las catequesis de primera comunión y de confirmación Finalmente, es decisivo para el catequista el acercamiento orante a la Sagrada Escritura.

Recordemos que el mismo Concilio Vaticano II recomienda leer la Escritura y convertir esa lectura en oración: «No olviden –dice la constitución Dei Verbum 27– que debe acompañar la oración a la lectura de la Sagrada Escritura para que se entable diálogo entre Dios y el hombre; porque a Él hablamos cuando oramos, y a El oímos cuando leemos las palabras divinas». El catequista debería, por tanto, conocer de manera sencilla el método básico de la lectura orante de la Biblia o lectio divina, que con tanta insistencia recomienda el Sínodo sobre la Palabra de Dios y recoge el papa Benedicto XVI en su exhortación apostólica Verbum Domini nn. 86-87. Aprender a orar con la Biblia, hacerlo en comunidad, convertir la lectura en meditación reflexiva y oración confiada, abrirse a la contemplación de la palabra de Dios, y tratar de llevarla a la vida de cada día es no solamente un modo necesario de acercarse el catequista a la Escritura, sino también una práctica que, en determinadas ocasiones, deberá practicar con sus catecúmenos, como desembocadura y conclusión final de una catequesis o un ciclo de ellas.

Conclusión

A poco que se haya seguido mi exposición, el lector habrá constatado, pues son cosas que sin duda conoce perfectamente, que el resultado de mis palabras es un programa elemental de formación bíblica del catequista. En efecto, en dos puntos básicos he querido encerrar este programa, que por supuesto ha de ser elemental y sin pretensiones de conocimiento exhaustivo, pero muy conveniente e incluso necesario: qué ha de conocer un catequista sobre la Biblia y cómo el catequista tiene que acercarse a la Biblia.

En el primer apartado, teniendo en cuenta la naturaleza humano-divina de la Escritura, he propuesto un conocimiento de la naturaleza de la Biblia, que es libro a la vez humano y palabra de Dios; he planteado una breve introducción al canon bíblico a partir de la experiencia histórica y sobrenatural de la Iglesia, reconociendo los libros inspirados, recibiéndolos con piedad y veneración y proclamándolos para ayuda de todos los cristianos en una colección canónica o normativa; y he subrayado un mínimo de conocimiento sobre su contenido, en forma de historia sagrada e historia de la salvación  En el segundo apartado he intentado describir el acercamiento específico del catequista a la Biblia, un acercamiento que tiene muchos elementos comunes con el que ha de hacer cualquier cristiano forma do, pero que encierra también algunos puntos específicos. He hablado del acercamiento humano-cultural, muy necesario para poder dialogar sobre la Biblia también con el no creyente y para poder solucionar algunas preguntas que los catequizandos le van a plantear (de ello hablaré más adelante). A éste ha de unirse el acercamiento específicamente cristiano y creyente a una Biblia que es Sagrada Escritura para el catequista. En este punto el catequista ha de conocer cómo el concepto de historia de salvación puede unificar AT y NT, siempre que en el centro de ella se halle Cristo, veladamente presente en el AT y plenamente revelado en el NT, especialmente en su pasión, muerte y resurrección.

Es propio también del catequista el acercamiento litúrgico a la Escritura, el conocimiento de lo que significa la proclamación litúrgica de la Palabra de Dios, así como de la presencia de Cristo en la palabra proclamada. Finalmente, es propio del catequista el acercamiento orante a la Escritura, tal como acabo de explicar. He aquí un programa que merecería la pena elaborar, que no tiene por qué ser ni largo ni difícil, que se puede integrar en los cursos de preparación de catequistas y que mejoraría la relación cordial que ya existe entre el catequista y la Biblia.

3 respuestas a “CÓMO ACERCARSE EL CATEQUISTA A LA BIBLIA”

  1. Janeth Caja Guzman dice:

    Es bueno saber como poder llegar a lo jóvenes y aprendan a sentir el Amor de DIOS

    • Maria Ramirez Melendrez dice:

      Es muy fácil Janeth.
      Pídele mucho al Espíritu Santo que te de sabiduría y vas a ver como te va a iluminar y las ideas vendrán a ti.
      Cuídate y Dios te bendiga.

  2. Janeth Caja Guzman dice:

    Es bueno saber como poder llegar a lo jóvenes y aprendan a sentir el Amor de DIOS

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