Reformar el mundo sobre la base de la persona humana
Mientras su esposa estaba ausente, un importante hombre de negocios tuvo que permanecer en casa cuidando a dos chicos suyos muy traviesos. Tenía importantes problemas que resolver, pero los dos pequeños no lo dejaban en paz.
Buscó entonces una manera que los ocuparan intensamente por un buen rato de tiempo. Tomó de una revista un mapa de geografía que representaba el mundo entero. Era un mapa muy complicado por los distintos colores sobre los diversos estados. Con la tijera cortó en pedazos pequeños todo el mapa y lo dio a sus dos chicos, desafiándolos a recomponerlo todo como era. Pensaba que aquel rompecabezas los habría ocupado por algunas horas. Pero un cuarto de hora después, los dos chicos se presentaron al padre contentos con el rompecabezas perfectamente recompuesto.
“Pero, ¿cómo hicieron para terminar en tan poco tiempo?” les preguntó el papá asombrado.
“Ha sido fácil” le contestaron. En la parte atrás había una figura de hombre. Nosotros nos hemos dedicado a recomponer la figura del hombre y, del otro lado, el mundo entero se arregló sin problemas”.
Si se tomara la dignidad de la persona humana como base para arreglar todas las políticas, las economías y las relaciones internacionales, el mundo se encontraría armónicamente unificado. Es lo que tentaron hacer las Naciones Unidas cuando proclamaron, en 1948, los 30 derechos fundamentales de las persona humana. Juraron llevarlos a la práctica pero, lamentablemente quedaron con buenos propósitos escritos en el papel.
Ya Santiago en su carta escribía: “Si a un hermano les falta la ropa y el pan de cada día, y uno de ustedes les dice: “Que les vaya bien; que no sienta frío ni hambre” sin darles lo que necesitan, ¿de qué les sirve? Así pasa con la fe; si no se demuestra por la manera de actuar, está completamente muerta.” (St 2,15-16) No basta con reconocer los derechos humanos si no se promueven a las personas.
¿Qué falta para que estos derechos fundamentales de toda persona humana sean respetados?
El haberlos puestos por escrito es algo, demuestra al menos que se conocen; lo que falta es “re-conocerlos” es decir, pasarlos del pensamiento a la voluntad, de la teoría a la realidad.
¿Será, como algunos dicen, que estos derechos no están fundamentado en Dios? En efecto, para conseguir la adhesión de muchas naciones con religiones diversas, se evitó de nombrar a Dios.
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