EL CATECISMO
¿QUE ES EL CATECISMO?
Compartimos con ustedes catequistas educadores en la fe, este material que de alguna manera ayudara a su formación, vocación y misión de catequistas. Esperamos sea de ayuda para el ejercicio de su Ministerio.
Con mucho Amor, cariño y vocación al Ministerio de la catequesis el CAEIE te ofrece este material. Pedimos al Señor bendiga y de Sabiduría a tu Vocación y Misión en el servicio a tus hermanos.
Material descargable.
1.- Catecismo es una palabra griega que significa: “hablar o enseñar en voz alta o desde lo alto”. Hoy esta palabra se emplea en tres sentidos:
- a) Enseñanza a viva voz de la religión (frecuentar el catecismo).
- b) Libro que contiene la verdad religiosa en forma sencilla y llana (comprar un “catecismo”)
- c) La verdad misma contenida en el libro o expuesta en la enseñanza (“el catecismo enseña que…”).
2.- El primer significado de enseñanza es el más común. Pero hay que advertir que se trata de una enseñanza especial: no es sólo la instrucción de la mente, sino la educación de toda la vida: no mira solamente a meter en la cabeza algunas nociones, sino a transmitir sólidas convicciones y así poder conducir a la obra buena y al ejercicio de la virtud.
Por ejemplo: hay dos catequistas, el primero habla y explica bien, pero no logra mejorar a sus alumnos; el segundo es menos listo, pero con su ejemplo, con la convicción que lo anima, con su fervor y exhortación lleva al bien a los niños; en su clase los niños se vuelven mejores, se acercan con frecuencia a la Iglesia, oran con más gusto. Como catequista, el segundo vale mucho más que el primero.
Hay dos niños: uno sabe de memoria el texto y lo entiende, pero su vida no corresponde a las enseñanzas del mismo texto. El otro recuerda poco el texto, pero se esfuerza por llegar a ser mejor y poner en práctica lo que ha estudiado. Este segundo ha tomado el Catecismo en serio.
3.- Un día le preguntaron a Miguel Angel: ¿Cómo haces para producir estatuas tan llenas de vida?, y él respondió: “Las estatuas están ya en el mármol, pero hay que sacarlas”.
Los niños son como el mármol, la materia prima: de ella se pueden sacar los hombres de bien, los héroes, los santos. Y este es el trabajo del catequista.
4.- Si dejáis a un lado el Catecismo, no sabréis qué medios adoptar para hacer buenos a los pequeños y a los grandes.
¿Pondréis ante sus ojos la dignidad humana? Los pequeños no la entenderán, los mayores se burlarán de ella.
¿Les pondréis delante el “imperativo categórico” de Kant? Peor aún.
Hay que hablar a los pequeños y a los grandes de Dios que todo lo ve, que premia y castiga, que ha dado una ley santa e inviolable, que nos ofrece los sacramentos para fortalecer nuestra buena voluntad, bastante débil e inconstante por desgracia.
5.- Muchos, me diréis, han estudiado el catecismo, y sin embargo han llegado a ser pecadores empedernidos.
Pero el catecismo a lo menos habrá dejado en el corazón e! remordimiento: éste no le dejará tener paz con el pecado y tarde o temprano lo conducirá al bien, al arrepentimiento.
6.- Se dice también que la filosofía y la ciencia son capaces de hacer buenos y nobles a los hombres.
Pero no hay nada, en verdad, que se pueda comparar con el catecismo que enseña de manera sencilla la sabiduría de todas las bibliotecas, resuelve los problemas de todas las filosofías y satisface a la investigación más difícil del espíritu humano.
El catecismo nos amonesta continuamente: sed buenos, sed pacientes, sed puros, perdonad, ¡amad al Señor!
No existe en el mundo fuerza moralizadora más poderosa que la del catecismo.
7.- ¡Lástima grande que esta inmensa fuerza sea poco explotada! Los niños estudian poco el catecismo; los adultos, ilusionándose haberlo estudiado, no continúan su instrucción. Y así se observa una ignorancia religiosa increíble: personas que conocen la ciencia y han leído multitud de libros, no saben nada del catecismo, en el cual viven; jamás han leído siquiera el Evangelio completo, confunden un entierro de la tarde con una Misa, etcétera.
Sin decir nada de tanta gente que frecuenta la Iglesia y se cree hasta piadosa y a veces carece de ideas religiosas, cree tener fe y tan sólo experimenta un poco de ternura sensible y busca en la piedad no la voluntad de Dios sino impresiones, sentimientos y vagas emociones; ignoran la verdadera devoción y practican una multitud de devocioncillas ligadas a ciertas fórmulas y números cabalísticos y llenos de superstición.
8.- De los pequeños se dice: “Son aún muy chiquitos, es muy pronto para enseñarles la religión”.
Una madre preguntaba a un educador cuándo debería empezar la instrucción de su pequeño de dos años, y este le respondió: “¡Estás retrasada por lo menos en tres años!” Quería decir con esto que los pequeños son capaces de impresiones religiosas desde los primeros instantes de la vida.
Y otro educador escribía que ningún hombre en cuatro años de universidad aprende tanto como en los primeros cuatro años de la vida; tan decisivas e imborrables son las primeras impresiones recibidas.
9.- Algunos dicen con Rousseau: quiero respetar la libertad de mi hijo, no quiero imponerle ninguna enseñanza religiosa. A los veinte años él escogerá.
Pero, ¿pensarán estos padres que en realidad todo lo han impuesto a los hijos? De hecho para ponerlos al mundo no se les preguntó; y lo mismo del alimento, del vestido, de la escuela, etcétera.
Por otra parte, ¿quién se pondría a los veinte años a estudiar la religión? ¡Veinte años! La edad de los exámenes para cualquier estudiante, la edad del trabajo, del oficio, de la oficina, del empleo; la edad sobre todo de las pasiones, de las diversiones, de las dudas. ¿Quién tendrá voluntad o tiempo de examinar todas las religiones de este mundo, para ver cuál es la verdadera y la mejor?
Además los padres no esperan que la enfermedad haya entrado en el cuerpo del hijo para arrojarla a fuerza de medicinas; al contrario, hacen todo lo posible por evitarla antes de que llegue.
Otro tanto se debe hacer con el alma: aprender el catecismo, el temor de Dios, a fin de que los vicios no entren; no esperar que las malas pasiones se hayan adueñado para tener el consuelo de arrojarlas con la religión.
10.- Pero, dicen, nuestro chico debe trabajar, debe estudiar. Es verdad, pero en primer lugar debe trabajar para ser bueno, debe prepararse contra las tentaciones del mañana.
No se impide el acceso a las pasiones con la tabla de multiplicar de Pitágoras o con las herramientas del carpintero o con un diploma.
Mañana las mujeres, el periódico, el cine, el bar, se disputarán al joven. Enviarlo al camino del mundo sin catecismo, es lo mismo que enviar a la guerra al soldado sin cartucheras, sin municiones y hacer de él un derrotado y un infeliz.
11.- Los mayores se excusan diciendo: ¡ya hemos estudiado el catecismo!
Pero el catecismo elemental para chicos, con pocas nociones, con imágenes, palabras y sentimientos infantiles, cosas que acariciaban la imaginación y el corazón. Pero ahora que ustedes son mayores, se necesitan otras cosas más sustanciosas que iluminan la mente y guían la vida. Ahora se necesitan razones sólidas, claras, respuestas convincentes para rebatir los ataques que de todas partes vuelan contra la fe.
Jamás como hoy se ha sentido mayor necesidad del catecismo.
Pueden enviarme a mi correo
José. Se te ha enviado un material, esperamos sea de utilidad en la catequesis y responda a lo que necesitas.
Cuídate y Dios te bendiga.
Me encantan todo material que tienen,y que lo compartan muchas gracias
Gracias a ti Rosy por darnos la oportunidad de compartir la vocación de catequistas con ustedes.
Cuídate y Dios te bendiga.