EL CATEQUISTA, PERSONA CREYENTE Y APÓSTOL

“EL CATEQUISTA, PERSONA CREYENTE Y APÓSTOL”

SER del Catequista: madurar como persona, como creyente y apóstol.

La más profunda hace referencia al “ser” del catequista, a su dimensión humana y cristiana. La formación, en efecto, le ha de ayudar a madurar, ante todo, como persona, como creyente y como apóstol.

Es importante que el catequista adquiera los elementos necesarios para que sea capaz de acompañar los procesos de maduración en la fe de sus interlocutores.

La dimensión del “ser” en la formación del catequista promueve el crecimiento integral de los diversos aspectos de su persona:

  • Persona que ama, vive y se siente realizada.
  • Persona de maduración humana y de equilibrio psicológico.
  • Persona de espiritualidad, que quiere crecer en santidad.
  • Persona que sabe leer la presencia de Dios en lo ordinario de la vida.
  • Persona integrada en la realidad y con su gente.
  • Persona que busca, constantemente, cultivar su formación.
  • Persona de comunicación, capaz de construir comunidad.

¡SER PERSONA! EDUCACIÓN EMOCIONAL

La maravilla máxima de la creación de Dios es el ser humano. Estamos dotados de una variedad de capacidades y posibilidades, muchas de las cuales no hemos sido capaces de practicar en la vida diaria, lo que se presenta como desafío para cada uno de nosotros como personas, creyentes y catequistas.

¡SER CREYENTE! ESPIRITUALIDAD DEL SEGUIMIENTO DE CRISTO

El catequista es, ante todo, discípulo del Señor y tiene por principal tarea el seguimiento del Maestro. La espiritualidad del catequista, es por ello espiritualidad del seguimiento, centrada en Jesús y en el anuncio del Reino Jesús y el Reino afectan de tal forma la persona del discípulo que lo llevan a vivir su vida con un estilo evangélico y lo motivan a anunciarle con el testimonio de vida y con la Palabra (catequesis)

¡SER DISCÍPULO MISIONERO I!

La vocación y misión del catequista no ha pasado de moda, hoy más que nunca se requieren catequistas, discípulos y apóstoles de Jesús que sepan llevar el mensaje y extender el Reino. El catequista debe abrir su horizonte para poder ampliar su apostolado; debe proyectarse como discípulo y apóstol en la construcción de una sociedad más humana y fraterna.

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