HECHO DE VIDA: La Misericordia del Perdón

LA MISERICORDIA DEL PERDÓN

Camino por una calle transitada de la capital de un país africano donde me encuentro. En cada esquina unos militares fuertemente armados vigilan el descontrolado ajetreo de la ciudad. Estoy acostumbrado a esta presencia militar aunque me mantengo siempre prudente cuando camino por sus calles. Ayer me encontré con un hombre con un traje  estampado con  imágenes y frases relacionadas con el Cristo de la misericordia (Véase fotografía que acompaña este texto). Iba saludando a los soldados a los que daba la mano con esta palabras: « ¡Que el Cristo de la Misericordia te bendiga y te proteja!».
Testimonio valiente de amor a Cristo en un país donde la convivencia es frágil. Le pido que me permita hacerle la fotografía al tiempo que me explica que ha perdido a la mayor parte de su familia asesinada por los militares durante la guerra que ha asolado el país dejando profundas cicatrices humanas. Ha perdonado por medio de la oración. Y el rezo diario de la Coronilla de la Divina le ha permitido ir al encuentro de aquellos que habían cercenado la vida de sus seres queridos.
Este hombre que habla de Jesús sin miedo a sus «enemigos» es testimonio de lo que se proclama en el Nuevo Testamento: compartir la buena nueva de Dios al prójimo. Es el cumplimiento del id y haced discípulos a todas las naciones. Es cumplir el mandamiento que ilustra el deseo de Dios de hacernos partícipes de Su plan para redimir a la humanidad, incluso a los más pecadores.
Este hombre pone en práctica en su vida el testimonio de la Misericordia. Vive fiel al mandato del amor dejado por Cristo y que él vivió en acciones concretas. La misericordia incluye especialmente el perdón. De hecho la naturaleza de la misericordia es el perdón. Perdonar a quién te ha dañado es uno de los aspectos más difíciles de la vida humana y cristiana. Pero Dios anhela que crezcamos a su imagen para ser modelos que transpiremos el amor que él nos muestra en un mundo que parece no conocer la misericordia. Como su misericordia es eterna, desea que seamos ofrenda de gracia y perdón incluso a los que no lo merecen, como Él ofreció por medio de Jesús su gracia y perdón cuando la humanidad no lo merecía.
Ayer viví una lección de fe, de coherencia cristiana, de coraje y de valentía para ofrecer el perdón a los que necesitan de manera desesperada la gracia, y visualicé un testimonio vivo de la misericordia divina, esa que dice que el amor de Dios debe brillar a través nuestro para ejercer la misericordia por medio del perdón, la reconciliación y el encuentro con el que nos ha dañado.

 

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