LA VIDA DE ORACIÓN EN EL CATEQUISTA

LA ORACIÓN EN LA CATEQUESIS

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LA VIDA DE ORACIÓN EN EL CATEQUISTA

Aunque en la teoría está clara la importancia de la oración en el ámbito de la catequesis, en la práctica encontramos una serie de lagunas o carencias que hay que tener en cuenta a fin de mantenernos vigilantes para no caer en ellas. Entre estas carencias podemos señalar las siguientes:

  • Puede darse en muchas catequesis una falta de experiencia de oración en

los catequistas. Quizás debido a la falta de maestros de oración. Catequistas  Que se inician en la tarea catequética no han sido educados en la oración, no han podido asistir a una formación donde se imparta un camino de aprendizaje en la oración. La experiencia de muchos catequistas se limita a lo que han podido aprender en el ámbito familiar y en la oración litúrgica, centrada sobre todo en la celebración eucarística.

  • En ocasiones la oración se centra, casi exclusivamente, en lo celebrativo y

comunitario, sin una formación seria a la oración personal. Esto provoca en los catequizandos un empobrecimiento en su relación o comunicación con Dios. Si no se tiene la experiencia de la oración personal, contemplativa, reposada y silenciosa, difícilmente se tendrá preparado el espíritu para asumir toda la riqueza de la oración litúrgica y comunitaria. Es por lo que se ve necesario enseñar en la catequesis una gran variedad de formas de orar que fortalezca la oración personal del catequizando. Un catequista cuya vida de oración es pobre repercutirá perjudicialmente en la formación de los catequizandos.

  • Dificultad para hacer de la catequesis una escuela de oración, pues el lugar

donde se imparte la catequesis no tiene un ambiente y un clima a favor de la oración. Faltan espacios físicos, locales adecuados para esta tarea. Además el tiempo de catequesis es escaso y el programa que hay que impartir es denso. Quizás una solución está en que la catequesis no se reduzca a una hora. Prolongar un poco este tiempo proporcionará impartirla de forma más sosegada, incluyendo un espacio para gustar la presencia de Dios y el diálogo con Él.

  • Muchas veces la catequesis está volcada en lo urgente y lo inmediato para cada

edad: sacramentos de iniciación, programas… Incluso en las convivencias hay poco tiempo a la oración y son más bien un sacar al catequizando de la posible rutina de la catequesis. Dentro de la creatividad catequética está también la creatividad en la forma de incorporar y de enseñar la oración en el proceso catequético. Estas lagunas se han de tener en cuenta para que la fe sea contagiada, revitalizada, transmitida en profundidad y no superficialmente. Es por lo que no puede faltar en una auténtica catequesis que el catequista sea una persona de oración, formada en la variedad de formas de orar, con una pedagogía sencilla al alcance de todos. Para ello ha de tener un conocimiento profundo de la persona a la que tiene que evangelizar, sabiendo que cada una tiene su propia historia y experiencia. La oración ha de responder a la necesidad de cada persona, pues no se puede orar desde el vacío o desde fuera de la vida. Los diversos lenguajes, la expresión corporal, los medios audiovisuales, métodos y formas, etc., han de enriquecer la educación catequética a la oración.

LA ORACIÓN EN LA FORMACIÓN DEL CATEQUISTA

Nadie puede dar lo que no tiene. Como la oración no es sólo conocimiento intelectual sino también conocimiento espiritual que viene de la experiencia del encuentro con Dios se ve necesario que el catequista se forme en el «arte de orar». Esta formación no podemos olvidar que ha de ser teórica y práctica, y que abarca diversos aspectos:

  1. La espiritualidad del catequista se nutre de la contemplación y la meditación.

Con un corazón pobre y sencillo que penetre el misterio divino sabiendo que «Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Lc 10,22). Para ello ha de aprender a permanecer en silencio ante la presencia de Dios, oírle hablar para poder hablar de Él a los catequizandos. Como, además, ha de transmitir el evangelio, su oración entrañará un elemento de meditación, en el que el conocimiento Sea fuente de experiencia cristiana la asidua meditación y contemplación del Evangelio hará posible la interiorización de éste y se verá impulsado a transmitirlo como forma de vida. Por eso es necesario que el catequista aprenda a meditar y contemplar, dos expresiones que junto con la oración vocal se desarrollan en la vida cristiana».

«La oración del catequista estará imbuida de espíritu litúrgico. Catequesis y

Liturgia están en íntima vinculación en la formación del catequista. El sentido del año litúrgico va acompañado de la oración, con sus diversos matices según sea el tiempo. Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua o tiempo ordinario. El sentido litúrgico marca el sentido de la oración con sus diversas peculiaridades.

La vivencia de las principales formas de oración: «La formación facilitará al

catequista la vivencia de las principales formas de oración: petición, alabanza, acción de gracias… Muy en particular se le hará gustar la oración en común, sobre todo la de los salmos. Aunque sea a un nivel básico, deberá prepararse para que la catequesis que él imparta “se convierta en verdadera escuela de oración”» Respecto a la oración sálmica se le ha de enseñar a descubrir el sentido cristológico y eclesial, viendo cómo los salmos responden a las situaciones más elementales de la vida y a las necesidades inherentes a todas las personas.

4. Capacitación para iniciar al creyente en la oración cristiana. Para ello ha de conocer

el significado del Padrenuestro y el pensamiento que lo sostiene y alimenta.

LAVIDA DE ORACIÓN DEL CATEQUISTA

 Todo catequista creyente cristiano ha de estar marcado por la oración. Sin vida de oración es imposible caminar por los caminos del Señor. Con mayor razón el testimonio orante del catequista y su enseñanza hará que los catequizandos valoren la oración. Respecto a la vida de oración del catequista nos podemos preguntar: ¿cuándo ora?, ¿qué ora?, ¿cómo ora?, ¿con quién ora?.

 Cuándo ora (tiempo de oración)

 La oración personal. Es más bien una actitud ante la vida. El catequista ha de pasar de «hacer oración» a «ser orante». Como todo cristiano buscará su tiempo para encontrarse consigo mismo y con Dios. El tiempo de dedicación a la oración hay que encajarlo en la vida. El trabajo, la vida familiar, las obligaciones o responsabilidades y compromisos hace que muchas personas digan que no tienen tiempo para orar. Pero la misión de catequista no puede ejercerse sin oración, por ello buscará un tiempo cada día para estar a solas con el Señor.

  • La vida en la presencia del Señor. Es lo que podemos llamar la oración constante.

Difícil de mantenerse de forma consciente en esa conciencia de vivir en la presencia del Señor, sabiendo que Él nos acompaña y sostiene nuestra vida. Es un don de Dios que el catequista ha de anhelar y pedir. Es más fácil que se den impulsos del corazón: una breve oración de acción de gracias, de petición, de intercesión, etc. Son como pequeños flash del momento donde el corazón se enciende para conectar con Dios.

  • La preparación de la catequesis. Cuando el catequista prepara su catequesis

lo ha de hacer en un clima de oración. Invocar al Espíritu Santo, leer el tema que va a desarrollar, meditarlo, ver la manera de cómo lo va a impartir, y lo más importante, escuchar a Dios en el silencio, es la tarea que deberá desarrollar antes de dar la catequesis. En este silencio orante ha de ver qué es lo que Dios quiere que enseñe a los catequizandos.

  • La misma catequesis. Se trata de concebir la catequesis como un tiempo de

oración: «Es necesario, pues, concebir el tiempo de catequesis como una experiencia de fe, un tiempo de oración que va alternándose con el interrogar a la vida, escuchar la Palabra y responder al Señor. La oración entra en la conversación catequética no como un rito habitual del comienzo o del final sin referencia a cuanto se va a ». Decir o se ha dicho. Así pues la catequesis es un espacio de oración donde el Señor se hace presente en los que se han reunido en su nombre.

La participación en la oración comunitaria parroquial. Los espacios de oración de la comunidad, las celebraciones litúrgicas, las convivencias, etc., pueden ser oportunidades para que el catequista desarrolle la dimensión comunitaria de la oración. Sobre todo en la Eucaristía, la oración por excelencia, se encuentran los distintos agentes de pastoral, entre ellos los catequistas, que también se reúnen para celebrar su fe. En estos encuentros los catequistas alimentan su fe, se unen más al Señor y salen fortalecidos para su misión.

  • Retiros o desiertos para catequistas o para agentes de pastoral. Son

tiempos dedicados exclusivamente a la oración. En ellos se revisa la vida, se medita y contempla la Palabra de Dios, se ora en común, en un clima de silencio y recogimiento: «Retiros, ejercicios, meditaciones, ratos de Silencio y oración personal, plan de vida espiritual, todo es necesario para aquel, que dedique algo de su tiempo a la tarea de la catequesis y de la pastoral.

Qué ora (contenido de la oración)

 Su propia vida. El catequista presentará su vida a Dios y se la ofrecerá. Su ser catequista no es sólo cuando está ejerciendo con el grupo de personas que se le ha confiado. Es catequista siempre: cuando imparte la catequesis, cuando está trabajando, cuando está en familia, etc. Su ser, así como su misión, está alimentado de su relación con Dios. En oración verá qué es lo que el Señor quiere, le pedirá ayuda para resolver los problemas, dará gracias por los logros obtenidos, invocará por sus necesidades… Orando su propia vida comprenderá su itinerario de fe.

  • La catequesis que tiene que impartir. Para que no sean palabras vacías, tiene que ser transmisión de experiencia de fe, la catequesis ha de ser orada, dialogada con Dios e interiorizada.
  • El misterio de la fe. Los diversos misterios de la fe han de ser contemplados

por el catequista. Esto le ayudará a acogerlos en su corazón. En la medida que Dios lo desee le revelará el conocimiento interno del misterio. Será el Espíritu Santo quien le iluminará la mejor manera de transmitir estos misterios de fe.

  • La vida del grupo de los catecúmenos. El catequista ha de tener presente la vida de los catecúmenos, sus problemas, dificultades, su docilidad o dureza de corazón. Habrá personas más abiertas, con mayores deseos de aprender el camino de la fe. Toda esa realidad de cada miembro del grupo que recibe la  catequesis ha de ser presentada a Dios por el catequista en su humilde oración.
  • La vida del mundo. Los acontecimientos que ocurren en el mundo no pueden

ser ajenos al catequista. La catequesis que imparte está relacionada también con lo que está sucediendo en el mundo. Su actitud de solidaridad ha de sentir los progresos y sufrimientos del mundo como propios, por lo que presentará a Dios en su oración esa realidad: la paz, el hambre, la injusticia, los enfermos, la violencia, etc.

  • La vida de la Iglesia. Por la que orará de forma concreta por la comunidad en la que vive y también en sentido universal por toda la Iglesia.

Como nada es indiferente al corazón de Dios nada ha de ser indiferente al corazón del catequista. La vida con sus altibajos, gozo y alegría, pero también dolor y tristeza, todo lo positivo y lo negativo ha de estar presente en su oración, según la realidad que está viviendo en el presente. A medida que el catequista va madurando, va tomando conciencia de las dificultades, injusticias, problemas de este mundo y descubre la necesidad de la oración para afrontar esta realidad.

 Cómo ora (forma de la oración)

En la catequesis, la oración es siempre nueva, ya que nace de la novedad del día a día confrontada con la novedad del Evangelio que viene a iluminar la vida del catequista y de los catequizandos. Es por lo que asume diversas modulaciones y una riqueza de motivos que se expresan de forma espontánea en la oración. Dicha expresión puede ser:

  • Admiración ante todo lo que Dios ha llevado a cabo en medio de su Iglesia.
  • Invocación de ayuda para ser fieles a aquello que el Señor espera del catequista y de los catequizandos.

– Petición de perdón, con profundo sentido de humildad por los pecados cometidos.

– Acción de gracias por los beneficios recibidos.

La oración, tanto en el catequista como en los catequizandos, ha de descubrir toda la riqueza de sus posibilidades de respuesta a la Palabra de Dios para que no caiga en formas rutinarias que ahoguen su espontaneidad.

Con quién ora

  • Oración individual, Que alimenta la vocación del catequista. Sumergiéndose

en la soledad con Dios, dedicando espacios cada día para escucharle y poder así transmitir a los catecúmenos lo que Dios le dice:

«Que Dios se fíe de nosotros y ponga en nuestras manos el destino de su palabra y el futuro de nuestros catequizandos es todo un acontecimiento a celebrar. Por eso es necesario meditar, entrar en nuestro interior, en el silencio del retiro y pedir la luz para poder ver con claridad la llamada. Porque no hay que oír, sino ver con claridad lo que oímos. Ellos también querrán ver lo que oyen de nosotros y les tendremos que enseñar. Es labor de tiempo de oración, pero se consigue»

  • Oración comunitaria, cuando el catequista se une a otros para orar. En presencia

del Señor, donde dos o más se reúnen, elevan su oración al Padre. Esta experiencia de oración comunitaria puede ser diversa, según con quien se reúna para orar:

– Con su grupo de catequesis, cuando el catequista Imparte la catequesis. Al principio se ha de invocar el Espíritu, para que asista al catequista y a los catequizandos. El Espíritu viene a orar en cada uno y a encender los corazones con la luz de la fe. Además puede haber otros momentos de oración más específicos, aunque todo el ambiente de la catequesis ha de ser en un clima de oración.

– Con su comunidad. El catequista, como miembro evangelizador de la comunidad

enviado a incorporar nuevos miembros a la comunidad, descubrirá la importancia de hacerse presente en la oración comunitaria de la comunidad a la que pertenece. Allí elevará su oración por sus catecúmenos y por todos los catequistas y agentes de pastoral de dicha comunidad. El sentido de pertenencia a la comunidad le ha de hacer sentir que la vida de la comunidad con sus logros y fracasos han de ser presentados al Señor. La Eucaristía dominical será la oración por excelencia donde toda la comunidad, con sus catequistas y catecúmenos, se reúna para orar y celebrar el misterio pascual.

  • Con otros catequistas. En encuentros puntuales que pueden ser con los catequistas

de la comunidad a la que todos pertenecen  con otros catequistas de otras comunidades. Encuentros donde hay espacios de oración comunitaria y se percibe una misma misión. La oración hace más consciente de la llamada y de la misión de evangelizar, compartiendo experiencias, problemas y logros.

  • Con toda la Iglesia. En encuentros parroquiales. La oración está presente

Como comienzo del encuentro, como experiencia o práctica oracional, uniéndose a la oración de toda la Iglesia, ya sea en la Liturgia de las Horas o en la Eucaristía, u otras formas comunitarias de oración.

Importancia de la oración en los catequistas. P. Lázaro albar.

2 respuestas a “LA VIDA DE ORACIÓN EN EL CATEQUISTA”

  1. Hna Celia Alvino Vargas dice:

    me intereso mucho este tema sobre la catequesis en la Oración me es de sutil importancia

    • Maria Ramirez Melendrez dice:

      Que bueno Hna. que le sea de utilidad. Ya estamos de nuevo activos para compartirles material que les sea apoyo para la catequesis.
      Cuidese mucho y Dios la bendiga.
      No se si usted ya conoce el libro del Padre Francisco Merlos: ¿Como leer la Biblia con ojos de catequista?

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