¿Consultaste el horóscopo antes del casamiento de tu hija?
Pregunté a un amigo hindú que andaba buscando esposo para su hija: “¿Le pedirá su horóscopo para ver si es compatible con el de tu hija y si garantiza una unión feliz? Me contestó: “Yo no creo en el horóscopo, porque no creo que la posición de los astros cuando nace la persona tenga nada que ver con su felicidad en el matrimonio; pero sé muy bien que si el matrimonio no resulta, todo el mundo me echará a mí la culpa por no haberme asegurado primero de que los horóscopos encajaban, y por eso quiero asegurarme”.
Otro amigo mío se negó a celebrar los ritos necesarios para alcanzar a los espíritus del terreno en el que iba a edificar su nueva casa. Se hizo la casa y, al poco tiempo, su hija pequeña se ahogó en el pequeño estanque cercano. El veredicto de los vecinos fue unánime: “yo había ofendido a los espíritus y estos se habían vengado”.
Creer en los horóscopos, creer que nuestra vida y felicidad depende de los astros o de los espíritus malos, es una falta de fe en Dios. Es como si dijéramos que los astros, la suerte o el destino son poderes superiores al mismo Dios. Si Dios es nuestro padre y nos ama, ¿cómo no se va a preocupar de nosotros? “No anden preocupados por su vida: ¿qué vamos a comer? ni por su cuerpo: ¿qué ropa nos pondremos?…..Los que no conocen a Dios se preocupan de todo esto. Pero el Padre de ustedes sabe que necesitan todo eso. Por lo tanto busquen primero el Reino de Dios y todo lo bueno que éste supone y esas cosas vendrán por añadidura” (Mt 6, 25 ss)
Jesús nos libera de toda preocupación por lo que se refiere a las necesidades del cuerpo y nos promete su ayuda para vivir según la voluntad de Dios, seguir el recto camino y salvarnos. Dejar a Dios toda preocupación no sólo no nos impide “OCUPARNOS” de las cosas materiales sino al contrario, nos deja libres para “OCUPARNOS” con más intensidad, inteligencia, creatividad y hasta astucia, pero sin temor, angustia y miedo. Cuando uno se encuentra angustiado, lleno de miedo y al borde de la desesperación no tiene la capacidad de pensar con calma y serenidad. Está incapacitado o muy confuso para elegir el camino mejor y utilizar los medios que tiene a su alcance.
La seguridad de que Dios se preocupa de nosotros es la mejor manera para emplear todas las fuerzas que tenemos para resolver los problemas.
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