LOS ELEFANTES NO QUIEREN MIRARSE EN EL ESPEJO DEL AGUA
En la India cuentan del elefante que, cuando va a beber en una laguna de aguas tranquilas y límpidas, con su trompa remueve el agua para mover el fango del fondo y no ver su cara. Le asusta y le desagrada su cara; no le gustan esas orejas, esa nariz; no le parece estético lo que ve. Entonces lo primero que hace es remover y ensuciar el agua para luego beberla sin tener que mirarse en ella como en un espejo..
Algo parecido nos ocurre a nosotros, No nos gusta, nos desagrada vernos tal y cual como somos por dentro; nos cuesta hacer un serio examen de conciencia y reconocer nuestras culpas. Una de las primeras consecuencias del pecado que cometieron nuestros antepasados, fue la de no reconocerse culpables y echar la culpa a otros. Adán echó la culpa a Eva y Eva a la serpiente. Frente a esta in disponibilidad de reconocerse culpables Dios no pudo perdonar y pronunció su castigo. Y sin embargo Dios está siempre dispuesto a perdonar. A Caín que recién había asesinado a su hermano Abel, Dios le dijo: “El pecado está agazapado a las puertas de tu casa. El te acecha como fiera que te persigue, pero tú debes dominarlo” (Gen 4,7) ¿Qué es lo que nos impide un sincero examen de conciencia y ponernos frente a frente con nosotros mismos para conocernos realmente como somos? Es nuestro orgullo y sobre todo el miedo de reconocer nuestras culpas y sentir la necesidad de cambiar vida. Como los elefantes tenemos miedo de mirarnos por dentro y reconocer nuestras faltas.
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