“Solo Dios nos puede salvar” dijo el piloto del avión”
El piloto de un avió se decidió finalmente a informar a los pasajeros del peligro que estaban pasando. “Lamento informarles que estamos en graves dificultades; entre no mucho tiempo nos hundiremos en el mar. Sólo Dios nos puede salvar”.
Un pasajero, que no había entendido lo que el capitán del avión había dicho, se volvió hacia un sacerdote que viajaba a su lado y le preguntó: “¿Qué es lo que dijo el piloto del avión?” Y el sacerdote le respondió: “Nos dijo que estamos por precipitar en el mar y no hay ninguna esperanza”
¿Qué imagen de Dios se había hecho el piloto? Y cuál otra imagen tenía de Dios el sacerdote? A primera vista el piloto demuestra más fe que el sacerdote porque esperaba en un milagro. El sacerdote en cambio sabe que Dios no gobierna el mundo por medio de milagros. ¡Cuántos aviones se caen en la tierra y en el mar cada año! ¿Es que no rezaba aquella gente que estaba por precipitarse en la mar?
Dios nunca se comprometió para salvarnos de los accidentes de tránsito, ni prometió nunca salvarnos de todas las enfermedades ni de la muerte. “No teman a los que pueden matar el cuerpo, pero no el alma; teman más bien al que puede echar el alma y el cuerpo al infierno” (Mt 10,28)
La petición del “padre nuestro” libéranos del mal” no se refiere a los dolores físicos ni a la muerte sino al pecado: “No nos deje caer en la tentación, mas líbranos del mal” o como leemos en algunos códigos ‘líbranos del maligno’ es decir del diablo que nos tienta al pecado.
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