III Parte: Continuación pedagogía de la catequesis
3.-EVOLUCIÓN DE LA SEXUALIDAD
A.-Complejo de Edipo:
El fuerte egocentrismo del niño, que ya siente curiosidad sexual, le impide compartir el amor a la madre con el del padre. Es lo que se llama en psicología el
“complejo de Edipo”. En la niña ocurre lo contrario.
Si el ambiente es sano, se supera esta situación, buscando en el progenitor del mismo sexo la admiración y el amor como ideal de identificación.
B.-Fase fálica:
Alrededor de los cuatro años el pequeño toma interés por los genitales con objeto de obtener placer. La niña, al darse cuenta de que carece del órgano sexual que tiene el niño, puede adquirir complejo de castración. Hacia los cinco años, empieza a preguntar sobre el nacimiento. En casa y en la escuela se le debe dar la información adecuada.
4.-EVOLUCIÓN DE LA MORALIDAD
A esta edad, la moral se vincula con la sociedad, en forma de juicios prácticos esto está bien, esto está mal – haz esto y evita lo otro – y en forma de premios y castigos. El niño confunde la moral con la obediencia. Cree sinceramente en lo que dicen los padres. Obedece para amar y ser amado. Lee el bien y el mal en la cara de los padres. Tiene un vivo deseo de dar gusto.
Las “mentiras” son causadas, a veces, por el miedo o temor a disgustar. No distingue entre “grave” y “leve”. Guarda la letra y no el espíritu. Aunque hay psicólogos que admiten juicios morales entre los tres y cinco años.
No conviene desarrollar la conciencia de “ser culpables”, sino, más bien, de “ser responsables”. Ayudarle a formar hábitos “premorales” : Lealtad, dominio de sí. orden, delicadeza, etc. A veces favorecer también la indulgencia. Hacerle ver que Dios no le considerará culpable si no hay maldad.
5.-EVOLUCIÓN DE LA RELIGIOSIDAD:
Los conceptos religiosos son escasos, pero la actividad fantástica es intensa y emotiva. A los cuatro años tiene dificultades para representarse a Dios y ya es capaz de experiencias religiosas.
HARMS ha calificado esta edad como “edad de oro del interés religioso”. Entre los cinco y siete años comienza a distinguir conscientemente a Dios de sus padres. Hacia los seis años concibe a Dios como “un gran hombre”, creador de todo.
La simbolización de Dios la hace a través de lo que son sus padres. Tiene gran facilidad para elevar el corazón a Dios. Le gusta el silencio intenso y recogido (Montessori). Gusta de la oración espontánea como un “hablar con Dios”.
ESTADIO DE FABULACIÓN:
-En torno a los tres años o cuatro se desarrolla una piedad “premágica” y a los siete años una piedad “crítica”.
-Acepta la religiosidad por autoridad, imitando a los mayores. Manipula la oración para su propio provecho (egocentrismo) .Dios, para él, es un protector que le defiende de todo peligro.
-Su afán pictórico le lleva a dibujar temas religiosos, representando a Dios con rasgos humanos. Su religiosidad es “verbalista” y “ritualista”. Dios es el ser que no se ve, pero que lo ve todo.
-Tiene una gran facilidad para aprender fórmulas, oraciones, gestos. Muestra curiosidad por lo religioso y vive sinceramente lo aprendido .dando a su fe fantasía y emotividad.
– Vive un momento transitorio que conduce a la formación de un principio de
“sentimiento religioso”.
ACTIVIDAD:
1.-Escribo una “nota” al Director de una revista, en la que se afirma que la
“catequesis de infancia” no tiene sentido porque el niño a esta edad es incapaz de experiencias religiosas.
6.-COMO EDUCAR EN LA FE
— Entre los tres y seis años es la “etapa de la iniciación cristiana”, del despertar
“el sentido de lo sagrado”.
— No son necesarias muchas nociones sobre Dios; el pensamiento religioso a esta edad es “intuitivo”, incapaz de organizarse. Por eso se habla, más bien, de “precatequesis”.
Antes de la escolaridad, la enseñanza debe ser “ocasional y familiar”, respondiendo a las preguntas que el niño hace, pero importa más que el niño “sepa hablar de Dios”.
—La catequesis preescolar debe de estar inseparablemente unida a la “acción”, pues, el niño “piensa por el gesto” y “comprende por la acción”. Así lo mejor para dar una buena catequesis sobre la adoración, puede ser el hacer una reverencia o genuflexión ante el Santísimo Sacramento.
— El vocabulario de los educadores ha de ser en términos de “acción”: “Dios hace
tal cosa”, “Dios ama, vela por nosotros, nos pide que ayudemos” La acción debe preceder siempre a la comprensión.
—Los padres siguen siendo la “imagen de Dios”. La relación personal con Dios sigue siendo la relación parental del niño. Si los padres rezan y se postran ante Dios, los niños intuyen la grandeza del Creador.
—”EI cúmulo de experiencias que el niño vive constituyen el fundamento de su vida de fe, la cual se explicitará y manifestará más tarde” (DGC, 78)
UN MOMENTO CON FRECUENCIA DESTACADO ES AQUEL EN QUE EL NIÑO RECIBE DE SUS PADRES Y DEL AMBIENTE FAMILIAR LOS PRIMEROS RUDIMENTOS DE LA CATEQUESIS” (CT.36)
OBJETIVOS DE LA ENSEÑANZA RELIGIOSA
+ El primero punta a que el niño descubra su dimensión trascendente, en contacto con el testimonio de los mayores, partiendo de la experiencia de valores humanos fundamentales,
+ El segundo va en la línea de “iniciar” en el conocimiento de puntos clave del mensaje cristiano, con una primera aproximación a la figura de Jesús, que llama a Dios, Padre suyo y Padre nuestro.
Los más específicos podían ser:
– Estimular su comunicación con las personas de su entorno.
– Favorecer el descubrimiento de la naturaleza y de las cosas, que le facilitará el
conocimiento de Dios por lo creado.
– Orientar la atención infantil a los acontecimientos de la vida ordinaria, que le
posibilitará más tarde, la apertura a Dios por la mediación de la historia y de cuanto acontece.
– Iniciarles en la oración comunitaria y festiva de la fe y en su celebración
– Ofrecerles los primeros conocimientos del mensaje cristiano.
PRESENTACIÓN DE JESÚS, DE MARÍA, DE LA IGLESIA:
– Evitar las representaciones irreales – el Niño Jesús con la cruz, coronado de espinas, en medio de lirios, etc.) Mejor, presentárselo como “mediador”. Nos habla del Padre, por El vamos al Padre, imitándole vamos a Dios, nos cuenta “todo lo que ha oído del Padre” (Jn. 15,15), como a sus amigos.
Llamarle a Jesús “nuestro Señor, Salvador”. Presentar a María como Madre de Jesús y nuestra, que ella nos enseña a orar, a amar y a decir siempre “SI” a Dios. A la Iglesia presentarla como la “Familia de los que creemos en Jesús”
¡QUE IMPORTANTE ES EL NIÑO PARA JESÚS! PODRÍA DECIRSE, DESDE LUEGO, QUE EL EVANGELIO ESTA IMPREGNADO DE LA VERDAD SOBRE EL NIÑO” (Juan Pablo II, CARTA A LOS NIÑOS,
3ª INFANCIA
Con estos niños se dirigirá más frecuentemente nuestro apostolado de catequesis, que con los más pequeños. Por lo mismo, nos conviene documentarnos bien para ser “fíeles al hombre” que será nuestro catequizando.
1.-EVOLUCIÓN PSICOLÓGICA:
a.-Intereses:
Edad tranquila y feliz porque es la “edad del equilibrio” psíquico y físico. Etapa de estabilidad afectiva y de buena salud. Tiende a confirmarse y a organizarse, con predomino de los intereses objetivos y prácticos, como fabricar, realizar experimentos, construir, explorar, etc.
B.-Inteligencia:
Se logra la adquisición objetiva de unos conceptos, cada vez más complicados y cercanos a la abstracción pura, aunque apoyándose todavía en las cualidades concretas de los objetos. Todavía no puede establecer leyes universales. Percibe las ideas en los hechos.
Sus continuas preguntas son: ¿Para qué sirve esto? ¿Cómo es esto? Aprende a utilizar términos genera les, como “justicia”,”libertad”,”bien”, y es capaz de discutir y aportar razones para defender una idea y de seguir el proceso de “causa-efecto”. No sólo es capaz de “ser discípulo” sino también “maestro de sí mismo”. Puede aprender también por sí mismo.
- – Imaginación:
Decae un poco por el deseo que tiene de “comprobarlo todo”. Se interesa por lo que hacen o dicen los personajes de la historia, pero no por los sentimientos que revelan. Busca en las lecturas cómo es la vida en realidad y quiere instruirse. Prefiere las historias narrativas sobre las plantas o animales.
D.-Memoria:
La memoria verbal o mecánica consigue su máximo desarrollo. El recuerdo le será más fácil si comprende lo que aprende. Le gusta ejercitarla, porque así muestra una cualidad suya. Siente una gran inquietud de aprender, acumular datos y experiencias.
E.-Conciencia del “YO”:
Tiene una imagen más crítica de sí mismo. Mide sus fuerzas y se compara con los demás. Gracias al aumento; de experiencias vitales, va teniendo una conciencia cada vez más delimitada entre el mundo interior y exterior, que se traduce en una capacidad incipiente de autorreflexión.
Siente un gran afán de hacerse “valer” y de “poder”. Es la etapa en que se forma la conciencia de sí mismo, masculina o femenina.
F.- Actividad:
Inteligencia práctica. El niño aprende a conocer “actúan do” y “viendo actuar”.
Tiene un gran interés por las cosas que ve. Es la edad de la objetividad y del realismo. La
“edad escolar” por excelencia, y siente la necesidad de tomar parte activa en la enseñanza que le es impartida. Activo, inquieto, con muchos deseos de aprender; investigador y con gran capacidad de observación. Es la edad del “hacer”, del “producir” y del “proyectar”. Sabe ocupar el tiempo marginal en “sus cosas” (edad de Robinson).
2.-EVOLUCIÓN DE LA SOCIABILIDAD:
Se sabe “niño” y no le importa que le tengan por tal. Se distancia de los padres, aunque permanece el cariño, como autoafirmación. Extrovertido y muy sociable: edad de las pandillas con jefe, homogéneas en edad y sexo, con conciencia de grupo, sin tener en cuenta la condición social, para buscar seguridad. Época del compañerismo, más que de la amistad Tiene un gran sentido de justicia con interés por las reglas de juego organizado, de competición, con insignias, trofeos, etc.-con ganas y deseos de ganar y triunfar. Admira a los mayores, exploradores, astronautas, santos…
Es la edad del “conformismo” y admite el control con normalidad. Desea estar bien con los compañeros, con la naturaleza, con la familia, con el mismo Dios. Es “disponible” y muy agradable en el trato social. Tiene un gran control de las manifestaciones emocionales. Apenas llora. Conviene darle ciertas responsabilidades, ayudarle a controlar el tiempo dedicado a la televisión y el dinero que se le da para sus diversiones.
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