APRENDER DEL SILENCIO, EL SILENCIO

 

Una historia. Cuando Dios no responde.

Dicen que una vez un hombre era perseguido por varios malhechores que querían matarlo. El hombre se metió en una cueva. Los malhechores empezaron a buscarlo por las cuevas anteriores a la que él se encontraba. Con gran desesperación elevó una plegaria a Dios, de la siguiente manera: “Dios todopoderoso, haz que dos ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren a matarme”. En ese momento escuchó a los hombres acercándose a la cueva en la que estaba escondido, y vio que apareció una arañita. La arañita empezó a tejer una telaraña en la entrada. El hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez más angustiado: “Señor te pedí ángeles, no una araña”. Y Continuó: “Señor por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme”. Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada, y observó a la arañita tejiendo la telaraña. Estaban ya los malhechores entrando en la cueva anterior y el hombre quedó esperando su muerte. Cuando los malhechores estuvieron frente a la cueva donde se encontraba el hombre, ya la arañita había tapado toda la entrada, entonces se escuchó esta conversación:

– Vamos entremos a esta cueva.

– No. No ves que hasta hay telarañas, nadie ha entrado en esta cueva. Sigamos buscando en las demás.

Hay una frase muy bella que dice: “Si le pides a Dios un árbol, Él te lo dará… en forma de semilla”.

2) Características del silencio EL SILENCIO ES UN EJERCICIO:
Fundamental: es el fundamento de la paz, del conocimiento personal, de la oración. El silencio es a la persona lo que los cimientos para una casa.
Principal: es el principio de la escucha, de la contemplación, de la oración, del estar centrado allí donde estás.

Difícil: es difícil porque estamos rodeados de ruidos, de dispersión, de invitación a hablar o a apropiarnos de cuanto hay fuera de nosotros con la mirada, con las manos, con todo el ser…

Personal: nadie puede hacer silencio por otro; verme en el agua de mi pozo solo lo puedo hacer yo.

3) Algunas pistas para el camino. Iniciar en el silencio es una tarea urgente. Sin personas silenciosas no tendremos creyentes profundos, capaces de beber en la profundidad de las aguas que dan vida. Sin personas silenciosas no tendremos escuchadores de Dios, a quien le gusta hablar en el silencio. Sin personas silenciosas no tendremos creyentes construidos sobre la roca, y aunque parezcan palacios preciosos, cualquier viento los destruirá.

Cosas sencillas para llegar a ser personas silenciosas

Elegir una postura corporal, un lugar y una hora propicia del día para saber estar y dejar que las cosas que nos agitan y se agitan dentro de nosotros se calmen. Es necesario darse tiempo. La calma llega despacio, sin prisas, lentamente.
Elegir y gustar lentamente, como se gusta un caramelo, una frase (ya sea bíblica o no), un lugar de referencia que traemos a la imaginación porque allí nos encontramos bien. Se trata de contemplarlo, saborearlo como saboreas un caramelo en la boca. Si eliges una frase tiene que ser breve.
Saber tratar los pensamientos que nos llegan durante el silencio. Muchas veces cuando intentamos hacer silencio es cuando más cosas se nos ocurren.

Son las llamadas distracciones. Es importantísima la estrategia de combate de las distracciones. Nunca el evitar las distracciones nos tiene que quitar la paz. La mejor estrategia es dejar que vengan y no prestarle atención; sobre todo no entres en diálogo con los pensamientos que te vengan; déjalos en paz y con paz, vuelve siempre a la frase, al lugar que has elegido para pacificarte. Durante un tiempo, esto será ya suficiente sin poder llegar nada más que a pequeñas oraciones o a una lectura breve de la Palabra de Dios.

Escucha es el primer mandamiento del amor de Dios a su pueblo: Escucha Israel (Dt 6,4). Es una invitación a usar los oídos para escuchar a Dios a través de las personas, de nosotros mismos, de la naturaleza. Es una invitación a renovar la fe a través de la escucha: la fe viene de la escucha. (Rom 10,17). Es una invitación a hacer silencio. La escucha nace en clima de silencio.

Vamos, entremos a esta cueva.

Autor desconocido

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