CATEQUESIS RENOVADA

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CATEQUESIS RENOVADA

PARTE I

En la búsqueda de orientaciones para una Catequesis Renovada, es conveniente recordar brevemente cómo se realizó la catequesis en el pasado y cuáles los grandes cambios que se deben tener presentes en el momento actual.

Nuestro objetivo en este capítulo no es presentar una exhaustiva historia de la catequesis, sino destacar algunas de sus líneas fundamentales.

Al describir estas líneas fundamentales, veremos cómo, en cada fase, determinado aspecto se destaca sobre los demás. Por eso, la historia nos ayuda a revalorar estos diversos aspectos que, poco a poco fueron constituyendo el complejo procesos de la catequesis, que hoy procura tenerlos en cuenta.

CATEQUESIS COMO INICIACIÓN A LA FE Y A LA VIDA DE COMUNIDAD

Esta primera fase se extiende, aproximadamente, del Siglo I al Siglo V.

En la época apostólica, la vivencia fraterna en la comunidad, celebrada principalmente en la Eucaristía, era la forma más elevada de traducir en la vida el mensaje de Cristo Resucitado (1ª Cor 11, 17-29).

En la comunidad se vivía la doctrina de los apóstoles,  su enseñanza recibida del propio Cristo, que, poco a poco se fue formulando en los “Símbolos de la Fe” (fórmulas condesadas del Credo), en las doxologías (aclamaciones litúrgicas como las que encontramos, por ejemplo, en Ef1, 3-14; Rm 1, 8; 16, 27. Cor 1, 2-3), en las oraciones.

Poco a poco se fue formando una catequesis prolongada y organizada, que tenía como objeto llevar a los convertidos a la iniciación en la vida cristiana. Fue así como surgió el catecumenado con sus diversos grados que preparaba los candidatos a la vivencia de la comunidad cristiana, a través de la acogida de la Palabra, de las celebraciones y del testimonio de vida. Muchas de las obras notables en catequesis de los Padres de la Iglesia surgieron en el catecumenado (cf. CT12).

La catequesis introducía progresivamente en la participación de la vida cristiana de la comunidad. Animada por la, sostenida por la esperanza, ejercida a través de la caridad fraterna, la propia vida de la comunidad hacía parte del contenido de la catequesis. Esta, por su parte, era el instrumento al servicio de una entrada conscientemente en la comunidad de fe y de perseverancia en ella. Catequesis y comunidad caminaban juntas.

CATEQUESIS COMO PROCESO DE INMERSIÓN EN LA CRISTIANDA

En el periodo que va, más o menos del Siglo V al Siglo XVI, se puede decir que la catequesis ya no consistís tanto en una iniciación a la comunidad de fe, como acontecía en la fase anterior. Resulta que la sociedad, en todos sus aspectos, se consideraba animada por la religión cristiana, hasta el punto de establecer una alianza con el poder civil y el poder eclesiástico. Fue lo que se llamó cristiandad.

La catequesis se hacía, entonces, por un proceso de inmersión en la cristiandad.

Sin olvidar la influencia de la familia, de las escuelas episcopales, monacales y de la predicación, es conveniente recordar que la educación de la fe se realizaba por la participación en una vida social, profesional y artística marcada por lo religiosos, en un ambiente cristiano presente en la sociedad.

Catequesis como instrucción

A partir del Siglo XVI, la catequesis pasa, de acuerdo con las exigencias de la época, a realizarse predominantemente por un proceso que valoraba más el aprendizaje individual en el cual ya no era tan fuerte la vinculación con la comunidad.

Varios factores estuvieron presentes para que la catequesis se concentrará en el aspecto de la instrucción. Recordemos algunos:

  1. La preocupación por la claridad y la exactitud de las formulaciones doctrinales, frente a las divisiones en el medio cristiano, en la época de la reforma protestante.

El descubrimiento de la prensa y la difusión de las escuelas, que concentran la catequesis en los textos para el aprendizaje, o sea, en los catecismos. Después de las primeras tentativas católicas, inclusive Latinoamericanas, Lutero publicó su Catecismo en 1529 y 1600 aparecen, los grandes catecismos inspirados en el Concilio de Trento, como el de San Pedro Canisio, en 1955, el de San Carlos Borromeo, en 1556, el de San Roberto Berllarmino, en 1597. El valor siempre inspirador del catecismo, en una época de confusión doctrinal, fue el presente de manera clara y pedagógica el conjunto de los principales misterios de la fe cristiana (cf CT 13).

  1. La influencia del iluminismo; de acuerdo con este movimiento cultural, la inteligencia humana, debidamente instruida, es capaz de encontrar por sí sola la solución de los problemas de la humanidad.

CATEQUESIS COMO EDUCACIÓN PERMANENTE PARA LA COMUNIÓN Y PARTICIPACIÓN EN LA COMUNIDAD DE FE

En el Siglo XX

Se fue redescubriendo en la catequesis la importancia fundamental de la iniciación cristiana y del lugar primordial que para ella tiene la comunidad de la fe.

Tal tendencia se fue reforzando gradualmente en varios elementos.

  1. Los resultados de los movimientos bíblico, patrístico, litúrgico y kerigmático que, en la evangelización contribuyeron respectivamente para la revalorización de la Biblia, de la Liturgia y del anuncio de Jesucristo.
  2. Los descubrimientos de la psicología, de la pedagogía y de otras ciencias humanas y la consecuente aplicación de esos descubrimientos a los procesos catequísticos;
  3. Más recientemente, la renovación inspirada en el Concilio Vaticano II (1962-1965), explicitada en el directorio catequístico general (1971) y animada por los Sínodos sobre la Evangelización (1974) y sobre la catequesis (1977). Fruto de esos dos Sínodos son la exhortaciones apostólicas “Evangelli Nuantiandi” (EN de Pablo VI, sobre la Evangelización en el mundo actual (1975) y “Catechesi Tradendae” (CT) Juan Pablo II, sobre la catequesis hoy (1979).
  4. Las transformaciones en el propio mundo como consecuencia del progreso tecnológico-científico, la explosión demográfica, la urbanización y la secularización, fruto del positivismo y el tecnicismo.

Esta sociedad, marcada por la masificación, anonimato, impacto de los medios de comunicación de masa, el consumismo, el libertinaje moral. La violencia colectiva y las escandalosas desigualdades sociales, exige, de una manera nueva y radical, la seguridad de la persona al abrigo de la pequeña comunidad, donde sea posible vivir los valores de las relaciones interpersonales.

Esta sociedad, marcada también por los ateísmos prácticos y teóricos-militantes, por diversos tipos de neo-paganismo, por formas fanáticas y sectarias de religiosidad de origen reciente y por el indiferentismo religioso, necesitará también un tipo de catequesis que, además de ser un sólido fundamento de la fe, sea capaz de ayudar al cristiano a convertirse y a comprometerse en el seno de una comunidad cristiana para la transformación del mundo.

En América Latina

La segunda conferencia del Episcopado realizada en Medellín (1968), percibió esta nueva necesidad y, aplicando las enseñanzas del Concilio Vaticano II a nuestra realidad continental, orientó la dirección de la catequesis al compromiso liberador en situaciones concretas. A la luz del documento final de Medellín, confirmado más tarde por Evangelli Nuntiandi y por la Conferencia de Puebla (cf DP 978- 986), la catequesis, en América Latina, se empeña en realizarse en estrecha vinculación con la realidad de la vida, para la construcción de comunidades de fe. En este sentido va orientado a los catequistas a caminar con los más pobres, oprimidos y a compartir sus angustias y esperanzas.

 

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