EL CATEQUISTA Y SU ROSTRO QUE LO CARACTERIZA

FISONOMÍA  DEL CATEQUISTA:

¡Hola Queridos catequistas!

Te compartimos esta material que te ayudará a conocer más el campo de la catequesis y lo que implica en ella. El documento de las Líneas Comunes de Orientación para la Catequesis en América Latina dice: ” Todos estamos llamados a evangelizar, pero no todos estamos llamados a ser catequistas”  El Ser catequistas es un regalo de Dios, es un don y un privilegio, es por esto, que el catequista tiene que conocer bien la fe, crecer en ella y madurar. Solo así, podrá ayudar a otros a crecer en ella y adquirir su propia fisonomía.

Este material está enfocado al Ser del catequistas, mismo que comprende la parte Espiritual y  la parte Humana.

Vamos a analizar cómo ven la Biblia y los documentos del Magisterio de la Iglesia la fisonomía del catequista. Nos lo muestran, ante todo, como un TESTIGO DE LA FE, porque su testimonio se asemeja al profeta; como el profeta, sus palabras y sus acciones deben presentar el mensaje de Dios al pueblo, es obvio que no tiene una inspiración especial de Dios como el profeta, pero, cuando el catequista es dócil a la Palabra de Dios y la transmite con fidelidad, es Dios quien habla por él. Se convierte en instrumento de la Palabra vivificadora. Además de testigo, el catequista debe ser maestro que enseña la fe. Una formación bíblico- teológica adecuada le proporcionará un conocimiento orgánico del mensaje cristiano, articulado en torno al misterio central de la fe que es Jesucristo. El contenido de esta formación doctrinal viene pedido por los elementos inherentes a todo proceso orgánico de catequesis: Las tres grandes etapas de la Historia de la salvación: Antiguo Testamento, vida de Jesucristo e historia de la Iglesia; los grandes núcleos del mensaje cristiano: Símbolo, liturgia, moral y oración. En el nivel propio de una enseñanza teológica, el contenido doctrinal de la formación de un catequista es el mismo que el que la catequesis debe transmitir. Por otra parte, LA SAGRADA ESCRITURA DEBERÁ SER “COMO EL ALMA DE TODA ESTA FORMACIÓN”. El Catecismo de la Iglesia Católica, será referencia doctrinal fundamental de toda la formación.

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7 El texto utilizado es tomado de Comisión Episcopal de Evangelización y Catequesis, Directorio Nacional para la Evangelización y Catequesis “ad Esperimentum”, CEEC, México, 1971.

El catequista es un APÓSTOL DE LA PALABRA, pues su misión no la realiza por sola decisión personal, sino que es la gracia de Dios quien le envía. Pero conviene destacar también que no tiene una llamada especial. Todo cristiano debe evangelizar y transmitir el mensaje de Dios con sus palabras y con sus obras. Ante todo la identidad de servidor de la Palabra (Hech.1 ,2) en el Espíritu, en virtud de una vocación que te es concedida como un don por el bautismo y la confirmación y que tu condición actual de casado, célibe, perfecciona ulteriormente con la gracia. Descubres el sentido de la corresponsabilidad que te pone al servicio de la Iglesia, no en solitario, sino juntamente con otros, dependiente y necesitado del testimonio de toda la comunidad (cf. EN 60). Desde luego, es un EVANGELIZADOR porque su misión es transmitir el Evangelio; su evangelización se manifiesta en su labor profética: difunde los valores del Evangelio principalmente con su palabra y con su testimonio.

En la educación de este sentido comunitario, la catequesis cuidará también LA DIMENSIÓN ECUMÉNICA y estimulará actitudes fraternales hacia los miembros de otras iglesias y comunidades eclesiales. Por ello, la catequesis, al proponerse esta meta, expondrá con claridad toda la doctrina de la Iglesia católica, evitando expresiones o exposiciones que puedan inducir a error. Favorecerá, además, un adecuado conocimiento de las otras confesiones con las que existen bienes comunes como: “la Palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad, y otros dones interiores del Espíritu Santo”. La catequesis tendrá una dimensión ecuménica en la medida en que sepa suscitar y alimentar el “verdadero deseo de unidad”.

Las actitudes evangélicas que Jesús sugirió a sus discípulos, cuando les inició en la misión, son las que la catequesis debe alimentar: Buscar la oveja perdida; anunciar y sanar al mismo tiempo; presentarse pobres, sin oro ni alforja; saber asumir el rechazo y la persecución; poner la confianza en el padre y en el apoyo del espíritu santo; no esperar otro premio que la dicha de trabajar por el reino.

El catequista no debe olvidar que la adhesión de fe de los catequizandos es fruto de la gracia y de la libertad, y por eso procura que su actividad catequética esté siempre sostenida por la fe en el espíritu santo y por la oración. Finalmente, tiene una importancia esencial la relación personal del catequista con el catecúmeno y el catequizando, esa relación se nutre de ardor educativo, de aguda creatividad, de adaptación, así como de respeto máximo a la libertad y a la maduración de las personas. Gracias a una labor de sabio acompañamiento, el catequista realiza un servicio de los más valiosos a la catequesis: “Ayudar a los catequizandos a discernir la vocación a la que Dios los llama”.

Tomado: Tallerista: Maria Teresa Penagos

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