EL SER DEL CATEQUISTA: PRIMERA PARTE

EL SER DEL CATEQUISTA

 

El catequista es una persona con madurez humana, cristiana y apostólica Apoyado en una madurez humana inicial, el ejercicio de la catequesis, constantemente discernido y evaluado, permitirá al catequista crecer en equilibrio afectivo, en sentido crítico, en unidad interior, en capacidad de relación y de diálogo, en espíritu constructivo y en trabajo de equipo. Se procurará, sobre todo, hacerle crecer en el respeto y amor hacia los y catequizandos:

“¿De qué amor se trata? Mucho más que el de un pedagogo; es el amor de un padre: más aún, el de una madre. Tal es el amor que el Señor espera de cada anunciador del Evangelio, de cada constructor de la Iglesia” La formación cuidará, al mismo tiempo, que el ejercicio de la catequesis alimente y nutra la fe del catequista, haciéndole crecer como creyente. Por eso, la verdadera formación alimenta, ante todo, la espiritualidad del propio catequista, de modo que su acción brote, en verdad, del testimonio de su vida. Uno catequiza a los demás catequizándose antes a sí mismo.

La formación, también, alimentará constantemente la conciencia apostólica del catequista, su sentido evangelizador. La mejor forma de alimentar esta conciencia apostólica es identificarse con la figura de Jesucristo, maestro y formador de discípulos, tratando de hacer suyo el celo por el Reino que Jesús manifestó. Otro aspecto importante de la madurez del catequista, es la afectividad. Si hay algo que es propio de su misión es aprender a amar al ser humano o, capaz de acoger y dotado de una amabilidad sin límites, como auténtica expresión de la Buena Noticia.

La catequesis en el nuevo paradigma tiene un marcado talante misionero. El desarrollo del nuevo paradigma catequístico exige un nuevo catequista, nuevo también en su formación, para hacer de él un comunicador por excelencia de su propia experiencia y relación con Jesús, y también exige una comunidad cristiana que juegue un papel preponderante en el proceso de fe.

Optar por un catequista testigo, comunicador, acompañante y mistagogo.

4.1.Testigo: Discípulo de Jesús, que vive en comunidad y en ella puede hacer la experiencia y dar testimonio del mandamiento nuevo según el estilo de vida del Maestro. El catequista sea él mismo testimonio vivo y proclamación silenciosa de lo que predica. Ser testigo es ser compañero de camino, creyente con sus limitaciones y equivocaciones que se atreve a decir y a mostrar sus razones para vivir y esperar. Quien anuncia el Evangelio está llamado a ser experto en relaciones humanas; así la capacidad de convivencia, la experiencia comunitaria en fraternidad, la iluminación de la Palabra, los contenidos esenciales de la fe, el compartir y el celebrar la vida, la oración y la orientación ética conformen una unidad que forje esta imagen de catequista testigo y misionero.

4 respuestas a “EL SER DEL CATEQUISTA: PRIMERA PARTE”

  1. mariana dice:

    Catequista es ser dicipulo y por eso el catequusta debe tener un encuentro con jesusc en el sagrario y con dios

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