IV PARTE EG EL CATEQUISTA: “APÓSTOL DE LA PALABRA”

IV El Catequista: Apóstol de la Palabra

 

Hola Queridos Catequistas!!

Este última Clave es la más importante ¿por qué será?.                                                                               Como ya sabemos: la Palabra de Dios en los Evangelios nos presenta la vida, muerte y Resurrección del Señor. ¿Cual fue la Misión su misión de Jesús?, dar a conocer el Reino de Dios, o sea, dar a conocer a su Padre, lo que el deseaba para la humanidad.  Esta fue la misión y el deseo de Jesús; que todos conociéramos a su Padre. El catequista tiene que conocer bien a Jesús, para poderlo seguir y  llevarlo a los demás. Esto requiere dedicarle tiempo a leer y releer el evangelio, cuestionarnos ante el,  meditarlo, contemplar la Palabra, sacar un compromiso y por último hacer oración con lo que decía la Palabra. Al ser asiduos y sin dejar un solo día de encontrarnos con el Señor, vamos a vivir un cambio en nuestra vida. El Señor nos va a dar su luz para entenderla e interpretarla. Pero antes de iniciar, debemos invocar al Espíritu Santo para que nos de su luz, nos asista y entrar en comunicación con el Señor.

El catequista, al dar la catequesis tiene que reflejar el rostro de Jesús. El niño (a) no va a ver a Lupita, a Felipe.  Va a ver a Jesús el Señor en Lupita y en Felipe. Esta es la verdadera catequesis. Que el niño se vaya con ganas de volver porque está conociendo a Jesús en su catequista.

Dios los bendiga y los ayude a ser catequistas a ejemplo de Jesús.

John Jairo Marín Tamayo

Quien es llamado por la Palabra al ministerio de la catequesis se hace discípulo de la misma. Pero allí no acaba todo; por el contrario, en ese momento comienza una nueva etapa y tal vez la más difícil: el apostolado de la Palabra. El catequista es un enviado, un apóstol de la Palabra. Si se puede sintetizar en una frase esta tercera relación del catequista con la Palabra, se podría decir que es Cristo, “Palabra hecha carne”, quien envía al catequista por la mediación de la comunidad eclesial. Quien se hace discípulo de Jesús y vive adherido a Él está llamado a participar de la misión evangelizadora de la Iglesia como apóstol que ha sido instituido. “El catequista es un enviado. Su misión tiene un doble sentido: es enviado por Dios, constituido ministro de la Palabra por el poder del Espíritu Santo, y es enviado por la comunidad, pues es en su nombre que él habla”

  1. El catequista apóstol de la Palabra comunica, testimonia y vive la Palabra. Él comunica que Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, a través del cual Dios ofrece la salvación a la humanidad entera. Como comunicador se hace necesario que el catequista posea esta verdad de fe y esté convencido de ella.

En segundo lugar, se hace necesario que comunique la Palabra no como una doctrina, pues la palabra es Jesús mismo, y ésta exige una adhesión a Jesucristo y no a una doctrina.

En tercer lugar, el catequista debe estar consciente de que la Palabra es de Dios y no de él, que enseña la palabra de Dios y no la de él (Cfr. Ct 6). “No hay que mutilar la integralidad del mensaje del evangelio. Es más, cada verdad se comprende mejor si se la pone en relación con la armoniosa totalidad del mensaje cristiano, y en ese contexto todas las verdades tienen su importancia y se iluminan unas a otras” (EG 39).

Ser apóstol de la Palabra no es otra cosa que testimoniar la Palabra en la vida cotidiana. Además de conocer la Palabra, el catequista está llamado a ser signo visible de ella en el mundo. “El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros; cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y los hechos que en las teorías. El testimonio de vida cristiana es la primera forma de la misión” (Rm 42), la primera forma de evangelización, la primera forma de anunciar y enseñar la Palabra. Testimoniar la Palabra es mostrar que el catequista ha sido permeado por ella, que su llamado y discipulado en torno a ella comienza a dar frutos. Si no existe una profunda experiencia en torno a la Palabra, el catequista no podrá ser su testigo en este mundo sediento de testimonio. “El testimonio evangélico, al que el mundo es más sensible es el de la atención a las personas y el de la caridad con los más pobres y los pequeños, con los que sufren […] Incluso el trabajar por la paz, la justicia, los derechos humanos, la promoción humana, es un testimonio del evangelio, es un signo de atención a las personas y está ordenado al desarrollo integral del hombre” (Rm 42).

3  Formação de catequistas. Estudos de la CNBB, São Paulo, Ediciones Paulinas, 1990,

  1. 56.34

“La Iglesia está llamada a dar testimonio de Cristo, asumiendo posiciones valientes y proféticas ante la corrupción del poder político o económico” (Rm 43). Esta es la tarea a la cual está llamada a cumplir toda la Iglesia, pero que especialmente debe ser asumida por el catequista, que es un profeta en medio de la comunidad eclesial.

Finalmente, el catequista apóstol de la Palabra la hace visible en su vida; “este criterio nos impulsa a poner en práctica la Palabra, a realizar obras de justicia y caridad en las que esa Palabra sea fecunda. No poner en práctica, no llevar a la realidad la Palabra es edificar sobre arena, permanecer en la pura idea y degenerar en intimismos y gnosticismos que no dan fruto, que esterilizan su dinamismo” (EG 233).

El catequista que ha  configurado  su  vida  a  partir de la Palabra está habilitado para ser capaz de actuar en las situaciones y acontecimientos de la vida para transformarlos si están en oposición a los valores propuestos por ella. La palabra de Dios en su Hijo no es una doctrina o teoría, es una acción en la historia, es la intervención amorosa de Dios en la vida de los hombres. Con ese mismo criterio el catequista debe acoger su ministerio, que no es un mero adoctrinamiento, sino una acción en la que la palabra y el gesto se combinan siguiendo el ejemplo de Jesús (Cfr. Mc 1,40). Vivir la Palabra no es otra cosa que hacerla presente con alegría en cada instante de la vida, en cada situación, en cada acontecimiento, mostrando que es Cristo, palabra viva, quien habita en él.

Concluyamos: hacer del catequista palabra una realidad es una responsabilidad de la comunidad eclesial. Debe asumirla inmediatamente para cambiarle el rostro a nuestra catequesis y encontrar en ella una nueva posibilidad para responder a los desafíos que nos plantea el mundo de hoy.

2 respuestas a “IV PARTE EG EL CATEQUISTA: “APÓSTOL DE LA PALABRA””

  1. Gloria Barreto dice:

    Muy buena información MUCHAS gracias

    • Maria Ramirez Melendrez dice:

      Gracias a ti Gloria por ser parte del mundo de la catequesis.
      Dios te bendiga y bendiga tu Ministerio.
      Te pedimos. Si nos puedes ayudar para llegar a más catequistas que puedan aprovechar este material, e invítalos a darle me gusta a la página.
      Cuídate mucho.

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