LA SAGRADA ESCRITURA DESDE LA CATEQUESIS

LA SAGRADA ESCRITURA DESDE LA CATEQUESIS

La catequesis desde la Sagrada Escritura

Toribio Tapia Bahena

Diócesis de Cd. Lázaro Cárdenas

Dimensión para la Animación Bíblica de la Pastoral (CEM)

Presupuestos o antecedentes

La Sagrada Escritura es junto con la Tradición y el Magisterio una de las fuentes principales de la Catequesis1. Esto significa, por tanto, que la Sagrada Escritura no es un simple subsidio en la tarea catequética. Esto significa que la SE es algo indispensable en la catequesis.

Existe una relación intrínseca, es decir, profunda e íntima, entre la Sagrada Escritura y la Catequesis por tener un origen, finalidad, mensaje y pedagogía comunes2. Esto quiero decir que no sólo hay que beber de la SE sino hacerlo adecuadamente.

Al reconocer la Sagrada Escritura como fuente de la Catequesis se subraya que esta última ha de estar totalmente impregnada por el pensamiento, el espíritu y las actitudes bíblicas y evangélicas, a través de un contacto asiduo con los mismos textos; la catequesis será tanto más rica y eficaz cuanto más lea los textos con la inteligencia y el corazón de la Iglesia3. Pero no sólo hay que beber de la SE adecuadamente sino que debemos hacerlo de manera permanente y con una actitud de verdadera apertura.

Además uno de los objetivos específicos de esta Semana Arquidiocesana de Catequesis es ubicar la SE como la base de la identidad del catequista. Es decir, la SE nos debe moldear, pulir…Debe pulir nuestra espiritualidad, nuestro pensamiento y nuestro Ministerio4.

De acuerdo a esto, les propongo que reflexionemos juntos sobre cómo sería la catequesis, con relación a nuestra espiritualidad, nuestra manera de pensar y nuestro ministerio si estuviera más y mejor impregnada de la Sagrada Escritura con la finalidad de que realmente la acción catequética vaya animando a muchas personas que sean mejores discípulos misioneros de Jesucristo.

  1. Es indispensable una catequesis que genere una espiritualidad, no más atractiva, sino más auténtica.

* Viendo la realidad…

Hay confusión sobre lo que es espiritualidad (algunos piensan que es lo opuesto a corporalidad, a lo físico; otros consideran que espiritualidad se refiere a lo divino en contraposición a lo humano, al apego a lo terrenal).

Hay confusión sobre su alcance: se considera que tener preocupaciones espirituales significa desear con toda el alma ser bueno.

Hay confusión sobre el punto de partida: se piensa que si alguien lee mucho sobre la Biblia o asuntos religiosos  (vidas de santos por ejemplo) tiene más espiritualidad.

Hay confusión sobre sus manifestaciones (es decir no todas las espiritualidades son cristianas).

* Pero, ¿tienen que ser así las cosas? La Sagrada Escritura fuente de una auténtica espiritualidad.

“La cercanía y trato con la Palabra de Dios provoca en el creyente las mismas actitudes y sentimientos de Cristo Jesús…”5.

Espiritualidad es vivir movido por el Espíritu de Dios. Tener espiritualidad es dejarse conducir por el Espíritu, como Jesús, para aliviar el dolor del hermano Lc 4, 16-22; tener espiritualidad significa dejarse conducir por el Espíritu para nunca adueñarse de Dios Lc 4,23-30.

En toda la Biblia, pero especialmente en los evangelios, encontramos los principios elementales para una verdadera espiritualidad cristiana: la espiritualidad del seguimiento de Jesucristo.

* Exigencias inmediatas para nuestra catequesis:

Si deseamos que el catequista y el catequizando se impregnen de una verdadera espiritualidad debe haber un contacto privilegiado con el Jesucristo de los Evangelios (esto afecta los contenidos).

Pero no se trata de que oigamos más temas bíblicos sino de que nos encontremos con la Palabra con los principios y reglas que pide la Iglesia (esto afecta el método).

Debemos convencernos de que la catequesis no se cuestiona en los “contenidos” especialmente sino en los alcances y consecuencias existenciales (esto afecta la incidencia y la utilidad para la vida de nuestra catequesis).

  1. Es indispensable una catequesis que garantice una forma de pensar cristiana.

* Viendo la realidad…

No todo lo que tenemos en nuestra cabeza está de acuerdo con los valores del Reino de Jesucristo; no todo lo que sale de nuestra boca refleja convicciones cristianas. Y es que pensamos y opinamos no de acuerdo lo mejor sino de acuerdo a lo que tenemos acumulado en nuestro pensamiento.

Nos sentimos a gusto con una única manera de pensar; es más, a veces nos alegramos de pensar que sólo nosotros tenemos razón y que poseemos la exclusiva de la Verdad Total.

A veces somos intransigentes; en ocasiones defendemos lo indefendible; muchas veces confundimos opinión con La Verdad; en otras, pensamos que porque abrimos la boca tenemos razón.

* Pero, ¿tienen que ser así las cosas? La Sagrada Escritura es fuente de una permanente y adecuada mentalidad de cambio.

“La Palabra inspirada invita a vivir una actitud contemplativa en la historia, en los signos de la presencia de Jesús (cf. Jn 5,39), en los sacramentos y en la vida de las personas, especialmente en los pobres (cf. Mt 25,31-46). Ella se hace presente en la dimensión celebrativa que el discípulo realiza en la comunidad y lo mueve a un compromiso transformador y de presencia en el mundo”6.

La fe y la religión están en orden a la auténtica felicidad de las personas; no se trata de arrodillarnos ante el pasado; tampoco de hacerle altar a todo lo nuevo; se trata de hacer una correcta combinación entre nuevo y antiguo, y no encandilarnos con lo novedoso y lo viejo (véase Lc 5,33-39).

Discernir cuál es la voluntad de Dios es una responsabilidad que nos afecta a todos; el discernimiento exige generosidad en el amor (Flp 1,9-10; 2,1-18); no es una búsqueda superficial; es una comprensión profunda y bien intencionada de la voluntad de Dios. Es algo que requiere que no se haga según el modo corriente de ver las cosas; debe hacerse desde la originalidad que proporciona una auténtica conversión (Rom 12,2; también 1Cor 2,14-16).

Jesucristo orientó y organizó su conducta de acuerdo a la voluntad del Padre (Mt 6,10; 7,21; Mc 3,35) hasta afirmar que eso era el alimento de cada día (Jn 4,34). Su convencimiento fue tan grande que lo llevaste hasta el extremo (Mt 26,42; Lc 22, 42); Él no se guio por lo más “práctico” sino por lo más conveniente para el Reino. Además, no eligió cualquier forma de solidaridad; optó por una solidaridad sin límites dejando claro que su Padre, nuestro Padre, quiere recrear a todo hombre y a todo el hombre.

*Exigencias inmediatas

La Catequesis debe provocar un “eco”… no de lo que a nosotros se nos ocurre sino de lo que Dios quiere y la Iglesia desea y práctica. No se trata de adoctrinar sino de catequizar, es decir, capacitar a las personas para que hagan eco en su vida de lo que Dios quiere.

El alcance más importante de la catequesis es la formación de la conciencia, la capacitación para el discernimiento, para buscar y elegir permanente la voluntad de Dios.

Ahora bien, debido a que la doctrina en general puede variar pero los valores del evangelio son permanentes, es indispensable una acercamiento serio y profundo a la SE desde el ámbito catequético.

  1. Es indispensable una catequesis de ministerialidad, es decir, de un auténtico servicio al estilo de Jesús.

* Viendo la realidad…

Siempre decimos que la catequesis es un ministerio, es decir, un servicio; sin embargo, no siempre las actitudes que tenemos son las correspondientes al ministerio de Jesús –fuente de donde emana todo ministerio eclesial.

Nos duelen las señales de abuso de poder dentro del ámbito catequético; nos entristece la irresponsabilidad; nos preocupa la falta de desunión.

* Pero, ¿tienen que ser así las cosas? La Sagrada Escritura fuente de una verdadera valoración de nuestro ministerio.

Quien quiera ser el mayor que sea el servidor de todos (Mc 9, 30-37; 10, 35-45).

Podemos ayudar a los demás pero no suplirlos en su responsabilidad (Mt 25, 1-13; cf. 24, 45);

La unidad entre nosotros es mucho más que algo práctico: es el signo junto con el amor de que somos auténticos discípulos de Jesús (Jn 15).

* Exigencias inmediatas

Con lo que decimos instruimos pero con la vida convencemos; es importante que no nos convirtamos en funcionarios, menos en demagogos de Dios (es decir, gente que habla por hablar y dice lo primero que se le ocurre).

La SE debe ser un punto de referencia permanente para revisar nuestro ministerio; que no pasen años sin preguntarnos, desde la Palabra de Dios, si lo que estamos haciendo corresponde al modo en que el Señor Jesús ejerció su misión.

Nos debe preocupar más la fidelidad al evangelio y al auténtico espíritu de la Catequesis que nos pide nuestra Iglesia que el deseo de éxito; debemos estar más preocupados por ser fieles al Señor Jesús que por tener, equivocadamente, una buena reputación.

NOTAS

  1. 1. “La Escritura, que nace de la Tradición, es el documento principal de la predicación por la fuerza de su divina inspiración. Ella contiene la Palabra de Dios y, por ser inspirada, es Palabra de Dios para siempre”; véase: DECAT-CELAM, La Catequesis en el Tercer Milenio. Orientaciones comunes a la luz del Directorio

 General para la Catequesis (México 2000) n. 42, p. 54.

  1. 2. F. Merlos, Cómo leer la Biblia con ojos de catequista(México 1999) 37-40.
  2. 3. DGC127; los subrayados son nuestros.
  3. 4. En otras palabras, la Biblia es libro de oración, de estudio y de trabajo pastoral; véase:  Merlos, Cómo leer la Biblia…, 45-48.
  4. 5. CELAM, Hacia un nuevo paradigma de la catequesis. III Semana Latinoamericana de Catequesis(Dimensión Pastoral de la Catequesis, México 2007) n. 2.
  5. 6. Documento anterior,  n. 4.

 

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