PARA PENSAR LA CATEQUESIS: DECÍDETE Y COMPRA TÚ, EL BILLETE DE LOTERÍA

Decídete tú y compra el billete”

 

Me acuerdo de un rabino que sirvió fielmente a Dios durante toda su vida. Un día, le dijo a Dios: “Señor, te he adorado con devoción y he obedecido la Ley. He sido un buen judío, pero ahora estoy viejo y necesito ayuda. ¡Señor, déjame ganar la lotería para tener una vejez tranquila!” Y rezó, rezó, rezó. Pasó un mes y dos, cinco un año entero, tres años se fueron. Un día el hombre desesperado, dijo: “¡Dios, decídete!” Y Dios: “¡Decídete tú! ¿Por qué no compras el billete?”

El cuento, un poco ridículo, nos dice que Dios no nos libera del esfuerzo y de la iniciativa para resolver nuestros problemas. Para eso nos dio la libertad y la inteligencia. No hay que esperar de Dios lo que podemos hacer nosotros. Pongamos el caso, la cosa no está así, que dependa de Dios que salga el gordo de la lotería, pero al menos comprar el billete, depende del hombre

Muchos cristianos se dirigen a Dios en la oración y le piden gracias que él no puede dar. “Si alguien no quiere trabajar que no coma” (2 Tess. 3,10) dice S. Pablo a los cristianos de Tessalónica que se quedaban ociosos viviendo a costas de los demás o esperándolo todo de Dios. Dios no favorece a los haraganes.

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