PARA PENSAR LA CATEQUESIS: LA FE MUEVE MONTAÑAS O LAS HUNDE EN EL MAR

La fe puede mover las montañas o hundirlas en el mar

En un país de mucha fe, los habitantes decidieron tomar fielmente aquella promesa del evangelio de que la fe aun como un grano de mostaza puede hacer cambiar de sitio a las montañas. Uno pidió: “Que este monte que limita mis campos se pase al otro lado del río”; y el monte se trasladó. Otro pidió: “Que esta montaña que me quita la vista desaparezca de repente de mi horizonte”; y la montaña desapareció. Pero aquel otro, que vio aparecer de repente una montaña en sus terrenos, le mandó que volviese a donde estaba…Y entonces hubo conflictos de intereses, y resolvieron la dificultad recordando que el evangelio, además de decir que la fe puede hacer cambiar de sitio las montañas (Mt 17,20), dice también que puede hacer que se lancen al mar

(Mt 21,21), con lo cual todos los montes de la región, después de haber sido ubicados en distintos lugares, según el capricho de los creyentes, acabaron por ser todos arrojados al mar.

Así parecía que quedaban todos tranquilos, Pero, al desaparecer los montes, desaparecieron también los valles, y al desaparecer los valles, desaparecieron también los ríos; y al desaparecer los ríos, se secaron los prados, se marchitaron las flores, se murieron los árboles, y toda la región se convirtió en un desierto.

Los habitantes andan ahora buscando algún pasaje del evangelio que diga que las montañas que se encuentran en el fondo del mar, pueden también ser mandadas para que vuelvan a la tierra.

Esta parábola nos dice, a todas luces, como no hay que tomar al pie de la letra el texto bíblico. La Biblia nos propone la palabra de Dios en distintos y muy diversos géneros literarios. Si uno no los conoce y quiere adherirse al texto como suena, tendía que, por ejemplo, “cortarse la mano, el pie y arrancarse un ojo”(Mt 5,30 ss) u ofrecer la otra mejilla al que te pega (cosa que ni siquiera Jesús practicó). Cuando un soldado le pegó en la cara durante su proceso en el tribunal de Caifás, Jesús pidió razón por esta ofensa..(Jn 18,22-23). 

Pedro Chinaglia Salesiano (SDB)

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