PARA PENSAR LA CATEQUESIS: UN MONJE LE DIO EL DIAMANTE SI DIFICULTA

El monje le dio el diamante sin dificultad (He 20,35).

 

Un monje andariego encontró, en uno de sus viajes, una piedra preciosa y la guardó en su bolsa. Un día se encontró con un viajero y al abrir él su bolsa para compartir con él su comida, el viajero vio la joya y se la pidió. El monje se la dio en seguida sin parpadear. El viajero le dio las gracias y se marchó lleno de gozo con aquel regalo inesperado. Aquella piedra preciosa le bastaría para darle seguridad por todo el resto de sus días. Sin embargo, pocos días después, volvió en busca del monje mendicante, lo encontró le devolvió la joya y le suplicó: “Ahora te ruego que me des algo de mucho más valor que esta joya; dame, por favor, lo que te permitió dármela a mí sin ninguna dificultad. Y el monje le contestó: “Eso no es tan fácil de dar como la joya. Este tesoro espiritual nadie lo puede dar a otro.

La pobreza espiritual, es decir, tener espíritu de pobre, vivir desprendido de los bienes materiales y de sí mismo también, vale mucho más que todas las joyas del mundo. Pero esta pobreza evangélica y ese desprendimiento de sí mismo es un tesoro que no se puede regalar. “Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos” (Mt 5,3)

El único verdadero bien es Dios. Cuando Dios está con nosotros no nos falta nada. Así canta el Salmo 22: “El señor es mi pastor, nada me falta…Aunque pase por quebradas muy oscuras no tengo ningún mal porque tú estás conmigo, tu bastón y tu vara me protegen

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