PENSAR LA CATEQUESIS: LOS TRES CANTEROS

LOS TRES CANTEROS

Como era costumbre durante la Edad Media, un peregrino había
hecho voto de alcanzar un lejano santuario. Después de algunos días de
camino, le tocó pasar por una colina gris, abrasada por el sol, y llena de
canteras. A los lados del camino se veían hombres que, sentados en el
suelo, golpeaban enormes pedazos de roca para sacar de ellos los bloques
de piedra para la construcción.
El peregrino se acercó al primero de los hombres. Le miró despacio:
polvo y sudor le tapaban el rostro, y se adivinaba en sus ojos una fatiga
terrible.
«¿Qué haces?», preguntó el peregrino.
«¿No lo ves?» respondió el hombre, sin ni siquiera levantar la cabeza. «Me estoy matando de cansancio».
El peregrino no dijo nada y siguió caminando.
Se encontró en seguida con un segundo cantero, que parecía tan
cansado como el primero.
«¿Qué haces?», le preguntó también a él el peregrino.

«¿No lo ves? Trabajo desde la mañana hasta la noche para ganarme la
vida y poder mantener a mi familia», respondió el hombre. En silencio, el
peregrino reemprendió su camino.
Al rato, se topó con un tercer cantero. Su aspecto era como el de
los otros dos: sucio y lleno de polvo, parecía mortalmente fatigado. Pero
sus ojos reflejaban una extraña serenidad.
«¿Qué haces?, preguntó el peregrino.
«¿No lo ves?, respondió el hombre mirando al peregrino y sonriendo con sinceridad. «Estoy construyendo una catedral».
Y con el brazo le señaló el valle donde se estaba levantando una
grande y preciosa construcción, llena de columnas y arcos de piedra gris
que apuntaban hacia cielo.
Queridos catequistas:
que en vuestro duro trabajo de la catequesis,
en el concreto día a día, semana a semana,
ni el polvo, ni el sudor del duro golpear la piedra,
ni la fatiga que a veces podáis sentir como dominadora,
os impidan contemplar, con serenidad y alegría,
el precioso edificio que estáis construyendo.
Con estas piedras, duras piedras,
Y con este cincel (la Palabra de Dios, el Evangelio)
Que entra y modela, también estas piedras,
Podemos seguir construyendo.
Quizá haya que ser un poco más diestros con el cincel, con su
manejo, adquirir experiencia… ¡En eso estamos!

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