TÉCNICA PARA LA CATEQUESIS: MIRADA A UN JARRO DE AGUA

MIRADA A UN JARRO DE AGUA

 

OBJETIVOS: Profundizar qué significa un sacramento a partir de un ejemplo de sacramento humano.

DESARROLLO: Lectura de “El sacramento del jarro” (Cfr material) Por grupos: ¿Desde qué aspectos podemos mirar un objeto querido y familiar? plenario. Complementación “qué es un sacramento” (Cfr. material)

 El Sacramento del Jarro

Es un jarro de aluminio, de aquel aluminio antiguo, bueno y brillante. Tiene rota el asa, pero esto mismo le da cierto aire de vejez. En él bebieron los once hijos, desde pequeños hasta grandes porque acompañó a la familia en todas sus mudanzas: Del campo a la aldea, de la aldea al pueblo, del pueblo a la ciudad… Hubo nacimientos y muertes y el jarro participo de todo, estuvo siempre al lado de todos. Permaneció en la continuidad del misterio de la vida, en la diferencia de situaciones vitales y mortales. Siempre brillante, siempre antiguo, porque sin duda lo era ya cuando entró a casa; viejo con esa vejez que es juventud porque genera y da la vida. El jarro de aluminio, pieza central de la cocina.

Todo lo que se bebe en el jarro es agua… Pero es la frescura, la familiaridad, la dulzura, la historia familiar, la reminiscencia de la infancia, lo que sacia la sed. Puede ser cualquier clase de agua, en este jarro sabe siempre buena y fresca. Por eso, en casa todos calman la sed bebiendo de él y todos acompañan el gesto diciendo, como un rito: ¡Qué bueno es beber en este jarro, ¡Cómo sabe el agua! Trátese del agua inmunda del grifo, o de la que se enturbia por el camino, o de la que viene cargada de cloro, gracias al jarro se toma buena, saludable, fresca y dulce.

“¡Mamá, tengo sed, quiero beber en el jarro!” El hijo ha probado tantas aguas… El “agua de San Pellegrino”, las fuentes de Alemania, de Inglaterra, de Francia; el agua buena de Grecia, corrientes cristalinas de los Alpes del Tirol, de las fuentes romanas, agua de San Francisco, agua de Porot-Fino, de Persépolis, de Petrópolis. Tantas aguas… Pero ninguna como ésta, de la que bebe un jarro lleno, no para calmar la sed del cuerpo – esto lo hacen las otras – sino la sed del arquetipo familiar, la sed de los penates paternos, la sed fraternal, arqueológica, la de las raíces de donde viene la savia de la vida humana. Esta sed sólo la sacia el agua del jarro de aluminio. Bebe sosegadamente, termina con un suspiro hondo, como quien se sumerge y vuelve a la superficie. Después bebe otro, lentamente, para degustar el misterio que el jarro contiene y significa.

¿Por qué el agua del jarro de aluminio es buena y dulce, saludable y fresca? Porque el jarro es un sacramento: el jarro-sacramento le confiere al agua bondad, dulzura, frescor y salud.

  1. 1. ¿QUE ES UN SACRAMENTO?

Hay mucha gente que ya no sabe hoy lo que es un sacramento.

La modernidad vive entre sacramentos pero no posee la apertura ocular capaz de visualizarlos reflejamente. Es porque ve las cosas, como cosas, las contempla desde fuera. Si las viese por dentro, percibiría que tienen un resquicio por el que entra una luz superior que las ilumina, las toma transparentes y diáfanas.

Ilustremos todo lo anterior con el ejemplo del sacramento del jarro de agua.

  1. EL JARRO VISTO DESDE FUERA:

MIRADA CIENTÍFICA

El jarro que acabamos de describir puede ser visto desde fuera. Es un jarro como cualquiera, probablemente más feo, envejecido y disfuncional.

Es de aluminio y esto interesa al físico, en cuanto analiza los componentes de la materia. Un economista puede sacar una serie de informaciones sobre los precios del metal, su extracción, producción, comercialización. El historiador (supongamos que se trata de un jarro del tiempo de Augusto), puede ocuparse en su localización espacio-temporal. El artista quizás lo considere objeto sin valor estético: Ningún museo lo recibirá por su carencia de significado.

Todos ven el jarro corno una cosa y esto es típico de nuestra experiencia actual, especialmente a partir del siglo XV: Considerarlo todo como objeto de análisis, objeto de estudio y de ciencia. Sea Dios, el hombre, la historia, la naturaleza, los lanzamos  frente a nosotros (ob) para penetrarlos con un ojo escrutador y elaborar  muchas  ciencias acerca de una sola cosa que interesa a varias miradas científicas. Por eso decimos que hoy se sabe cada vez MAS de MENOS. El jarro así analizado es un objeto entre otros tantos, que no hace historia con nadie, ni entró en la vida de ninguna persona.

  1. EL JARRO VISTO DESDE DENTRO:

MIRADA SACRAMENTAL

El jarro habla de la historia de familia que siempre acompañó, en vida y en muerte… Fue penetrando en el hogar cada vez más, hasta el último hijo cercado de cariño. Y hoy está ahí, hablando todavía y recordando en la fidelidad y la humildad, sirviendo siempre un agua cada vez más fresca y buena… Esta es la visión interior del jarro: relación tenida por alguien con él que lo hace ser sacramento familiar.

Al mirar algo desde fuera, nos concentramos en la cosa, nos arrojamos sobre ella, manipulándola, transformándola, dejando que la cosa permanezca siendo cosa, objeto del uso y del abuso humanos. Este es el pensar científico de la modernidad, que no es malo, sino apenas diferente. ¿Cómo podríamos ser enemigos de nuestro propio mundo que, gracias a esta mirada científica, nos alarga, nos facilita la vida, nos prolonga la acción de los brazos, de las piernas, de los ojos, como instrumentos portentosos y nos hace cada vez más señores de la naturaleza? Pero, ¿el hombre es solamente un robot de acciones, un computador de informaciones, un lente micro y macroscópico orientado hacia el mundo? O más bien ¿es ser capaz de relacionarse humanamente con las cosas, dotado para ver en ellas valores y detectar su sentido?

Al mirar una cosa en su interior, no me concentro en ella, sino en el valor y en el sentido que asume para mi. Deja de ser cosa para transformarse en un símbolo y en una señal que me evoca situaciones, provoca reminiscencias y me convoca hacia el sentido que ella encarna y expresa. Prácticamente, sacramento significa esa realidad del mundo que, sin descartarlo, habla de otro mundo humano de las vivencias profundas, de los valores incuestionables, del sentido que da plenitud a la vida. Comprender este modo de pensar es abrirse a la acogida de los sacramentos de la fe, que radicalizan los sacramentos naturales en medio de los cuales vivimos lo cotidiano.

 

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